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La leyenda del Martin pescador

Hugo Villanueva Rada

"Cuentos de Riberalta"

Entre los indios tacana, los ancianos de la tribu han sido siempre los encargados de conservar y de transmitir, a los otros miembros de su pueblo, las tradiciones de su raza.

En la lejanía de los tiempos, -han pasado ya muchas generaciones- ocurrió algo que cambió el porvenir de los tacanas, de una fracción de ese pueblo, y aún ahora, cuando escuchan este relato, los pequeños tacanas sienten que les tiemblan las piernas...

La canoa del diablo

Hugo Villanueva Rada

"Cuentos de Riberalta"

Pedro, el chacarero de la isla “Anterior Vásquez” fue quien primero habló de aquella canoa fantasma. Para aquellos que no son de Riberalta, o para los que son muy jóvenes, hay que hacer una aclaración. La isla Antenor Vásquez estaba ubicada al otro lado del río Beni, frente al pueblo. Hago la aclaración porque la isla ya no existe.

El pequeño lustrabotas

Hugo Villanueva Rada

"Cuentos de Riberalta"

El monstruo de Riberalta

Hugo Villanueva Rada

"Cuentos de Riberalta"

¿Existe, realmente, el monstruo de Riberalta? Y por otro lado, ¿existen los platillos voladores, los famosos OVNIS? A esas dos preguntas se les puede dar la misma respuesta: Hay muchas personas que afirman haberlos visto.

El maquinista de la Tahuamanu

Hugo Villanueva Rada

"Cuentos de Riberalta"

La entrada al siglo veinte, encontró a los bolivianos con un serio problema entre las manos. En la región del Acre, miles de brasileños, alzados en armas, se habían metido a territorio boliviano, expulsando de sus lugares de trabajo y asesinando a muchos de nuestros compatriotas que trabajaban en la extracción de la goma, en aquella apartada región de la patria.

El jaguar

Hugo Villanueva Rada

"Cuentos de Riberalta"

El caballo de fuego

Hugo Villanueva Rada

"Cuentos de Riberalta"

La casona es antigua. Deben hacer como ochenta años que fue construida. Su primer propietario, el hombre que la hizo construir, fue uno de los pioneros en esta región.

Época de oro de aquel entonces, en que muchos hicieron grandes fortunas; y la verdad es que en esta extensa zona de la amazonia boliviana, las libras esterlinas en monedas de oro, circulaban más que la misma moneda del país.

El héroe de molle seco

Raúl Bothelo Gosálvez

El pueblo de Molle Seco está posado sobre una loma. De allí se columbra el valle, abierto como extensa y fenomenal axila verde, al fondo mismo donde se juntan los cañadones de los cerros y crean vértices oscuros y misteriosos.

El hombre en el abismo

Josermo Murillo Vacarreza

Cuando estuvo en el colegio de instrucción secundaria era un muchacho vanidoso, pero tenía disciplina. Al concluir sus  estudios  solía  frecuentar pobres  tabernas donde bebía como los mayores hasta horas avanzadas; era muy posible que entonces ya supiera embriagarse un poco.

No concurría sino a muy pocas clases; llegaba desganado y sólo se entusiasmaba cuando relataba a sus compañeros esas aventuras que los adolescentes envidian. Pero, pese a su inteligencia constantemente alerta, se cansó de estudiar.

El dueño de los billetes

Augusto Guzmán

Le sacaron la billetera. Y él puso en el diario un largo aviso pagado por tres días:

Prevención urgente

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Jaime Saenz

Estaba sentado, en un sillón de madera, con una frazada en las rodillas y una chalina sobre los hombros.

Gastón Suarez

Alguien va finar, patrón —decía Cástulo Narváez, mientras limpiaba la lámpara a carburo, de cuclillas frente al cuarto del administrador. —Es seña fija...— sus dedos largos, huesudos, quitaban con habilidad, la ceniza de los trozos de carburo de calcio que aún eran utilizables. A la luz de la luna que se prodigaba desde un cielo limpio, transparente, su rostro anguloso reflejaba una rara fisonomía: tan pronto parecía la de un santo como la de un cadáver.

Elsa Dorado De Revilla

Prendido en la falda del cerro cuyas entrañas guardan el rico yacimiento mineral, se alza, desde su humilde pequeñez, el campamento minero, depositario del pulso humano que mide el paisaje cordillerano desde los tiernos ojos de los niños, hasta el abrazo rotundo del hombre.

Las luces mortecinas de las viviendas, asemejan luciérnagas estáticas que buscan dar calor a la fría noche. Una improvisada campana rompe con su tañido el silencio, marcando a golpes el tiempo.

Pablo Ramos Sánchez

A: Julio Ramos Valdez

La lucha del hombre con los elementos de la naturaleza es ardua. Aunque como especie, el hombre va dominando la naturaleza y logra arrancarle sus secretos, no hay que olvidar que los pasos que da hacia adelante son posibles después de millones de batallas individuales perdidas. Para aprender a ganar ha tenido que saber perder en miles y miles de oportunidades. Las derrotas le enseñan el camino de la victoria.

Augusto Guzmán

Al final de la comida, bajo una araña de lámparas a queroseno, después de limpiarse de residuos notorios, la boca ferozmente bigotuda, el padre miró con severidad familiar a su hija:

—He sabido que el mediquillo ese de provincia, te pretende. Quiere hablar conmigo nada menos que para pedirme tu mano. Naturalmente que me he negado a recibirle.

Wálter Guevara Arze 

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