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Quilco en la raya del horizonte

Porfirio Díaz Machicado

Claro, como era nieto de indios le llamaban Quilco, por burlarse del él, por arañarle el alma. Él no hacía caso. Le sacaba, joroba, como los gatos, a sus impulsos y contestaba con el brillo de sus ojos. Y nada más. Un gato asustado de los ratones... Luego, entraba resbalando, despacio, con susto, en su desolación.

— ¿Qué hará Quilco en la vida? -¡Bah, a lo mejor nada!

Otoño

Walter Montenegro

Don Cristóbal Guzmán pensaba que lo más importante en la vida era tener el despacho al día. Con orgullo desmedido, si se piensa que era hombre de corazón humilde, afirmó muchas veces que nunca, en largos años de oficinista, había tenido su trabajo atrasado.

Muerte de un chileno en Llallagua

(1906)

Jaime Mendoza

Por entonces yo continuaba como médico de la Compañía Estañífera de Llallagua, después que ésta había sido comprada a la familia Sainz por una poderosa sociedad chilena, y fue cuando conocí a aquel grupo de jóvenes de allende el Mapocho que se me hizo grandemente simpático.

Maternidad

Walter Montenegro

Nombre: Juana González. Edad: 18 años: Estado: Soltera". Así decía la tarjeta colocada sobre el lecho N° 37 de la Sala de Maternidad. Y allí estaba Juana González, sus ásperos cabellos negros haciendo violento contraste con la blancura de la almohada. El fruto de su vientre, escondido en una cuna colocada junto al lecho, guardaba profundo silencio, como si desde entonces estuviese consciente de que en la vida no le sería posible levantar la voz más allá de ciertos límites.

Mallcu

Alcides Arguedas

Profunda consternación reinaba en la montaña.

Dos años atrás, eran contado los días que no se notase la desaparición de alguna res de entre los ganados que en los montes pastaban, y pronto cundió la noticia de que un cóndor viejo (mallcu), feroz y ladino, atacaba los rebaños, sin temor al colmillo de los perros ni a los certeros hondazos de los pastores.

Luis Cárdenas

Jaime Saenz

Esta es la historia de Luis Cárdenas. Luis Cárdenas había cursado estudios en el Colegio   Militar, y había alcanzado el grado de teniente, cuando de pronto dejó la carrera de las armas para dedicarse de lleno a beber, habiendo tenido la osadía de desafiar al alcohol y entablar un duelo a muerte con éste.

Los Últimos

Wálter Montenegro

“Los primeros serán los últimos, y los últimos serán los primeros...”

San Mateo: Cap. 20. Ver. 16.

Con esa entrañable voz con la que algunas madres parecen pedir perdón a sus hijos por haberles traído a este mundo, su madre le decía:

Los perros ciegos

Oscar Alfaro

Dos perros pertenecientes a dos fincas vecinas se despedazaban a mordiscones en el camino que servía de lindero a ambas propiedades.

Los amos de cada perro, parados al borde de sus fincas, los azuzaban furiosamente en lugar de separarlos. Las hierbas estaban salpicadas de gotas de sangre, como si en todas hubieran florecido corolas rojas. Y en el cuerpo de  los   animales  brillaban  feroces  desgarrones.

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Jaime Saenz

Estaba sentado, en un sillón de madera, con una frazada en las rodillas y una chalina sobre los hombros.

Gastón Suarez

Alguien va finar, patrón —decía Cástulo Narváez, mientras limpiaba la lámpara a carburo, de cuclillas frente al cuarto del administrador. —Es seña fija...— sus dedos largos, huesudos, quitaban con habilidad, la ceniza de los trozos de carburo de calcio que aún eran utilizables. A la luz de la luna que se prodigaba desde un cielo limpio, transparente, su rostro anguloso reflejaba una rara fisonomía: tan pronto parecía la de un santo como la de un cadáver.

Elsa Dorado De Revilla

Prendido en la falda del cerro cuyas entrañas guardan el rico yacimiento mineral, se alza, desde su humilde pequeñez, el campamento minero, depositario del pulso humano que mide el paisaje cordillerano desde los tiernos ojos de los niños, hasta el abrazo rotundo del hombre.

Las luces mortecinas de las viviendas, asemejan luciérnagas estáticas que buscan dar calor a la fría noche. Una improvisada campana rompe con su tañido el silencio, marcando a golpes el tiempo.

Pablo Ramos Sánchez

A: Julio Ramos Valdez

La lucha del hombre con los elementos de la naturaleza es ardua. Aunque como especie, el hombre va dominando la naturaleza y logra arrancarle sus secretos, no hay que olvidar que los pasos que da hacia adelante son posibles después de millones de batallas individuales perdidas. Para aprender a ganar ha tenido que saber perder en miles y miles de oportunidades. Las derrotas le enseñan el camino de la victoria.

Augusto Guzmán

Al final de la comida, bajo una araña de lámparas a queroseno, después de limpiarse de residuos notorios, la boca ferozmente bigotuda, el padre miró con severidad familiar a su hija:

—He sabido que el mediquillo ese de provincia, te pretende. Quiere hablar conmigo nada menos que para pedirme tu mano. Naturalmente que me he negado a recibirle.

Wálter Guevara Arze 

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