Las elecciones municipales de fines del 93 ratificaron la mayoría del MNR. Lo más destacado fue el mal resultado para el MIR (9,3 %) y la ADN (11,4%), al punto que el jefe adenista Hugo Banzer renunció a la jefatura de su partido un mes antes del proceso electoral, previendo el resultado. Se pensó que sería el retiro definitivo de Banzer, pero los hechos políticos lo desmintieron. Por el contrario, en 1997 fue elegido Presidente Constitucional.
Pero, sin duda, el mayor aporte histórico del gobierno de Hernán Siles Zuazo es la defensa a ultranza del sistema democrático, el respeto escrupuloso de los derechos ciudadanos y de sus libertades. La vocación democrática del Presidente permitió que, en medio de los agudos problemas económicos y sociales, el país se diera cuenta de que la libertad conquistada con tanto sacrificio era uno de nuestros bienes más preciados. Esa fue la voluntad obsesiva del gobernante que prefirió sacrificarlo todo antes que ceder a la tentación del autoritarismo. El respeto escrupuloso a los derechos de todos los ciudadanos fue una lección que permitió la proyección de la democracia a largo plazo.
Paquetes Económicos, Deuda Externa, Desdolarización e Hiperinflación
La idea de la UDP era la consolidación del modelo nacional revolucionario del 52, basado en la economía mixta con fuerte preeminencia estatal y sobre la base de la planificación dirigida desde el gobierno. Lamentablemente, más allá de esas premisas genéricas, no había un sustento de medidas que combinaran las ideas matrices con la administración de la coyuntura que el país vivía en esos días para solucionar una crisis económica que cayó como un vendaval sobre la naciente democracia por la imprevisión de anteriores administraciones, particularmente la de Banzer, que no afrontó el inicio de la crisis recesiva que se vislumbraba ya en su último año de gestión. El gobierno ensayó seis paquetes económicos para frenar el colapso. Ninguno tuvo éxito dada la imposibilidad de imponer una línea coherente debido a la oposición parlamentaria, las presiones sindicales y sus propias tensiones e incapacidades internas. El ejecutivo creyó erróneamente que la solución venía por medidas graduales de ajuste y lo que es más grave, no se atrevió a sostener la columna vertebral de sus paquetes que terminaban siempre haciendo aguas por las concesiones salariales y de otra índole obtenidas bajo presión por el sindicalismo. El resultado fueron progresivas devaluaciones, infructuoso control de precios, caída de los salarios, especulación, ocultamiento y agio por doquier, hasta una total pérdida de control sobre cualquiera de los indicadores económicos.
En los años ochenta, ti peso de la deuda externa sobre los países más pobres fue uno de los dogales mayores que limitó severamente a nuestras sociedades para el crecimiento. Una parte muy significativa de nuestros ingresos se iba en el pago de la deuda a las sociedades más desarrolladas. El movimiento internacional contra el pago de la deuda liderado por Fidel Castro no tuvo éxito y el intento de buscar negociación de bloque de los deudores latinoamericanos con la banca internacional se rompió antes de nacer. Bolivia suspendió el pago de la deuda por algún tiempo, víctima de una iliquidez que le hacía imposible honrar sus obligaciones. Esa realidad cortó toda opción de negociar en serio con el FMI y la banca internacional, lo que trajo como consecuencia no contar con crédito externo, salvo el esencial de tipo alimentario y humanitario.
Por si fuera poco, Ernesto Aranibar ministro de Finanzas, bajo la inspiración de Rolando Morales aplicó la desdolarización de la economía, medida que afectó severamente a los pequeños ahorristas y saneó las pérdidas de muchas empresas privadas subrogándolas al estado. Al no contar el gobierno con reservas de ninguna naturaleza en el Banco Central, no tuvo posibilidad de respaldar su decisión, consiguiendo resultados inversamente proporcionales a sus objetivos, pues no estimuló el ahorro, lo destruyó. El factor confianza fue decisivo, la gente no creyó que la medida garantizase los ahorros existentes se retiró masivamente del sistema bancario y adquirió dólares en la calle.
Este panorama condujo a Bolivia a la hiperinflación más grande de su historia, la segunda que vivimos en este siglo y la séptima mayor de la historia mundial. Las cifras son elocuentes para explicar el grave deterioro de la economía en el período 1982-1985.