Independencia de Bolivia

Independencia de Bolivia

Los difíciles años que llevaron a la Audiencia de Charcas a su independencia con respecto a España, y a su autonomía con respecto a los dos virreinatos de los cuales dependió alternativamente, el del Perú y el del Río de la Plata, dejaron a la nueva república de Bolivia en una situación política inestable y con una economía destruida.

En su independencia, como en la de toda América, actuaron factores externos, tales como las ideas provenientes del iluminismo y del racionalismo filosófico, ideas emanadas de la Revolución Francesa (añol789) y de la emancipación de los Estados Unidos (añol776). Inglaterra, por su parte, no perdía la mira sobre un continente que siempre había ambicionado como potencial mercado para su comercio de ultramar.

En las postrimerías del siglo XVIII, bajo el reinado de Carlos III, España implantó un nuevo sistema administrativo sustituyendo los corregimientos por las intendencias (añol782). Las reformas también tuvieron lugar en el territorio de Charcas que salió de la jurisdicción de Lima para formar parte del Virreinato de la Plata, cuya cabeza era la ciudad de Buenos Aires (año 1776). A estos factores de tipo administrativo se sumó la ideología imperante lo que dio lugar a la inestabilidad política. Hay que añadir a esta situación los intereses de buena parte de América del Sur que colocaron a Charcas en el centro mismo de un continente totalmente convulsionado.

En estas circunstancias es cuando Napoleón Bonaparte invade España (1808) lo que, repercutiendo en toda América, desencadenó el proceso libertario. La lucha se inició con las rebeliones de 1809, luego de las cuales llegaron a Charcas ejércitos provenientes tanto de la Argentina y Perú, como de la Gran Colombia.

Al analizar la ambigua situación por la que atravesaba Charcas en las postrimerías del siglo XVIII y comienzos del XIX cabe destacar varios hechos ocurridos en el transcurso de los 16 años de guerra interna (1809-1825), los que fueron definiendo el destino de la Audiencia. En primer lugar tenemos los levantamientos de Chuquisaca y La Paz (1809) y la independencia de las Provincias del Río de la Plata con su consolidación mediante el Congreso de Tucumán (1810), lo que determinó el envío de ejércitos auxiliares argentinos para independizar el Alto Perú, nombre con el que a fines del siglo XVIII se conocía a la Audiencia de Charcas, la que desde 1776 formaba parte del virreinato de Buenos Aires. Las misiones argentinas fracasaron y dejaron una huella de amargura y descontento, sin embargo muchos rebeldes mantuvieron hasta el fin sus relaciones con la junta de Buenos Aires. En este proceso libertario cabe destacar la acción interna que se lleva a cabo desde Cochabamba así como la participación indígena. Los indios estaban divididos, pues mientras una buena parte luchaba con los patriotas, otra luchaba dentro de las fuerzas realistas, en tanto que un tercer grupo conservaba un carácter autonomista y revindicatorio que, en algunos casos, intentó la reconstitución del Incario.

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La apertura democrática de principios de los ochenta tuvo dos características, la recuperación total de libertades ciudadanas y la imposición de un modelo de economía abierta. El primero en el gobierno de Siles y el segundo en el de Paz Estenssoro. El desarrollo de ambos conceptos se apoyó en una democracia de pactos surgida tras la crisis de gobernabilidad de la UDP. Ante la imposibilidad de ningún candidato de lograr el 50 % más uno de los votos por más de veinte años, se impuso la lógica de lograr acuerdos entre los partidos mayoritarios para tener mayoría congresal y cogobernar.

La experiencia democrática, inaugurada el 10 de octubre de 1982, marcó algunos rasgos de gran trascendencia. En primer lugar se puede decir que, tanto por la composición parlamentaria de real pluripartidismo como por el respeto total a las libertades ciudadanas, incluida la libertad plena de expresión y por tanto de discrepancia pública con el poder constituido, se vivió en Bolivia una democracia genuina como no se había experimentado antes (entendiendo por tal la vigencia de la Constitución política del estado y el marco del sistema político democrático que ésta representa).

Bolivia, igual que el resto de los países latinoamericanos (unos antes que otros) se vio ante la disyuntiva del cambio. La dictadura militar había agotado sus postulados, la sociedad estaba cansada de tres lustros de gobiernos militares de diferente cuño y esperaba ansiosa la apertura total de las compuertas de la democracia. Pero ocurría que el modelo del estado del 52 parecía mantener todavía su vigor.

El Golpe de Estado de 1964 forzó una modificación en la política global en relación a los sectores populares y el cambio esencial de un gobierno civil a otro detentado casi exclusivamente por militares, pero la orientación estatista y de capitalismo de estado no varió sustancialmente, por el contrario, en la década de los años setenta se incrementó significativamente.

Bolivia había llegado en 1952 a un punto de no retorno, las ideas liberales acuñadas a fines del siglo pasado habían dado de si todo lo que podían dar. El país había experimentado un modelo con sus virtudes y defectos. La receta estaba agotada.

El final frustrante y amargo de la guerra hirió al país entero, pero sobre todo hirió de muerte al viejo sistema político. Al terminar el conflicto bélico se abrió un momento de transición histórica lleno de tensiones y de fuerzas contrapuestas que lucharon durante tres lustros por imponer sus diferentes visiones del país. El parto largo, lleno de meandros y de violencia, culminó finalmente en el movimiento revolucionario mayor que haya vivido Bolivia en su historia republicana, la revolución de 1952.

Bolivia llegó a la guerra del Chaco después de cincuenta años de aplicación del modelo liberal que logró una esta utilidad admirable para un país que había vivido la inestabilidad política crónica desde 1839 hasta 1880, en una alternancia entre gobiernos precarios y breves y largas dictaduras.