Relación Gobierno-Oposición, Evo Morales y La Coca

El Presidente intentó encuadrar su relación con el principal líder de la oposición, Evo Morales, en un clima de diálogo y búsqueda de solución al problema de la coca, para ello Sánchez de Lozada se reunió cinco veces con Morales entre septiembre y diciembre de 2002. Estos encuentros trataron de resolver los límites de la erradicación de hoja ilegal, la posibilidad de una pausa en ese proceso, la mejora del desarrollo alternativa o con fondos directos en manos de los municipios, la desmilitarización del Chapare, la posibilidad de autorizar un cato de coca por familia en la zona (algo menos de media hectárea) y el posible inventario de la coca legal que redimensionara las 12.000 hectáreas aceptadas por la ley 1008, hacía arriba o hacia abajo.

El contexto de la discusión fue el incremento de un 23 % de la coca ilegal cultivada en 2002 y la negativa rotunda de Estados Unidos a la pausa y al cato de coca. En esos meses se produjo además la muerte de un cocalero en enfrentamientos y la de dos soldados de la fuerza conjunta de tareas en una emboscada. Todo ello condujo al fracaso de este esfuerzo genuino de diálogo y marcó la decisión de Morales de pasar a 1a ofensiva al comienzo del 2003. El 13 de enero, Evo decidió, justificado por ese diálogo frustrado y sin ningún otro argumento valido de fondo, un bloqueo cocalero de la principal carretera del país (Cochabamba-Santa Cruz) que prolongó hasta el 25 de ese mes. El conflicto que terminó con un saldo de 12 muertos: 5 cocaleros, 4 campesinos, 1 minero, 1 militar y 1 policía, acabó con el esfuerzo de Sánchez por recuperar respaldo popular. A partir de ese momento se quebró toda relación entre el mandatario y la población. A fines de enero, el 71 % de los bolivianos desaprobaba la gestión que apenas llevaba cinco meses, nivel de repudio que creció día a día.

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El Presidente Morales a través de su mayoría parlamentaria y tras una difícil negociación con Podemos, aprobó la convocatoria a elecciones para la Asamblea Constituyente que debía elegir 255 constituyentes y realizar el referéndum sobre autonomías. La ley indicaba que la única tarea de la Asamblea era aprobar una nueva Constitución en un tiempo máximo de un año, que sería sometida para su aprobación a un referéndum popular. La Constitución debía ser votada por dos tercios de los asambleístas.

El proceso electoral de diciembre fue distinto a los anteriores Los viejos partidos llegaban deslegitimados, ya habían sido derrotados en las municipales de 2004. La candidatura de Evo Morales del MAS, acompañado por Álvaro García Linera intelectual ex miembro del EGTK, representaba la insurgencia indígena, la recomposición de la izquierda y la acumulación del sindicalismo cocalero y gremial.

En un afán de demostrar buena voluntad con el legislativo, el Primer Mandatario aceptó la imposición del presidente del Senado de desplazar al comandante del ejército César López rompiendo la institucionalidad y le negó a esa fuerza, como correspondía, el Comando en Jefe de las FF.AA. En cambio, nombró comandante de ejército a Marcelo Antezana, fuertemente ligado al MNR, que había sido reiteradamente acusado de vínculos con quienes desestabilizaron al gobierno de Mesa Gisbert. Antezana tuvo mucho que ver con el problema de los misiles.

Un conjunto de circunstancias muy particulares llevaron de manera inesperada a Eduardo Rodríguez a la primera magistratura del país. Nunca antes el mecanismo de sucesión constitucional había llegado hasta el Presidente de la Corte Suprema.

Nació en Cochabamba el 2 de marzo de 1956. Estudió derecho en la Universidad Mayor de San Simón. Obtuvo el título de Abogado en 1981. Cursó una maestría en Administración Pública por la Escuela de Gobierno J. F. Kennedy de la Universidad de Harvard, EE.UU. en 1988. Prestó servicios como subcontralor de la Contraloría General de la República y fue Asesor General del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto en el primer gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada.

El entrabamiento sistemático a la gestión gubernamental por parte del Congreso, el enfrentamiento entre el Presidente y los legisladores, la presión de sectores radicales de izquierda y derecha con la cuestión de la nacionalización de los hidrocarburos y las autonomías como banderas, colocaron al gobierno en un punto de extrema dificultad que estalló cuando Evo Morales, que había mantenido una posición ambigua de apoyo en bajo perfil y crítica dura según el caso, decidió lanzarse a la oposición abierta.

En los diez años anteriores los gobiernos bolivianos habían decidido bajar el perfil de la demanda marítima, convencidos de que los acuerdos económicos con Chile terminarían por solucionar el problema. Esa lógica no consiguió ningún avance en la cuestión marítima, solo la oferta de una zona franca en territorio chileno, que lo que quería era garantizar el abastecimientos del mercado chileno con gas boliviano, el verdadero objetivo de Santiago.