Gobierno Rodríguez 2005-2006

Un conjunto de circunstancias muy particulares llevaron de manera inesperada a Eduardo Rodríguez a la primera magistratura del país. Nunca antes el mecanismo de sucesión constitucional había llegado hasta el Presidente de la Corte Suprema. En esta oportunidad, la inviabilidad de los presidentes del Congreso, Hormando Yaca Diez del MIR y Mario Cossío del MNR, (primero y segundo en la sucesión), representantes de los partidos aliados más importantes en el segundo gobierno de Sánchez de Lozada, generaren una reacción popular contraria a la posibilidad del ascenso de cualquiera de los dos al manco de la nación tras la renuncia de Mesa Gisbert. El propio Presidente saliente había pedido que se entregase el mando al Presidente de la Corte. De ese modo, Eduardo Rodríguez juró al cargo el 9 de junio de 2005 en la capital de la República. Como por arte de magia las manifestaciones que pedían de modo intransigente y violento la nacionalización inmediata de los hidrocarburos, se olvidaron totalmente de la demanda. En menos de dos días la normalidad volvió al país.

Por mandato constitucional en un caso como este (art. 93, inc. III), el Presidente estaba obligado a convocar a una nueva elección presidencial, cosa que hizo ampliando los comicios para la renovación del poder legislativo. El acuerdo político entre el parlamento y el poder ejecutivo hizo posible este proceso sin mayores dificultades.

Dado el breve término de su mándate, Rodríguez que no tenía ni experiencia ni militancia política, se rodeó de un gabinete de independientes, cuya tarea no fue otra que continuar los programas de gobierno que se habían diseñado y se venían ejecutando en la gestión anterior. En lo político el mandatario prefirió una relación fluida con el Congreso y se avino a la influencia de éste en el ejecutivo.

Igual que en el primer semestre del año, la política macroeconómica se mantuvo inalterable, lo que permitió un resultado muy positivo en la gestión 2005, en virtud de un manejo responsable y una situación internacional bonancible, con todos los indicadores en alza. Se logró exportaciones próximas a los 3.000 millones de dólares, un déficit fiscal de menos del 2,5 % del PIB, el cumplimiento del programa de inversión pública y un incremento de las reservas netas del Banco Central. El gobierno continuó con la política de saneamiento de tierras con la firma de casi 7.000 títulos agrarios.

Pero sin duda, la tarea más importante del ejecutivo fue posibilitar los acuerdos políticos que viabilizaran el proceso electoral. Eso demandaba la redistribución de diputados de acuerdo al censo de 2001, tema muy sensible para los departamentos de menor población. Tras arduas discusiones se llegó a un consenso: La Paz pasó de 31 a 29 diputados, Santa Cruz de 22 a 25, Cochabamba de 18 a 19, Potosí de 15 a 14, Chuquisaca mantuvo 11, Oruro pasó de 10 a 9, Tarija mantuvo 9, Beni mantuvo 9 y Pando mantuvo 5. También se incrementó el número de circunscripciones uninominales de 68 a 70 y se ratificó la convocatoria a elección de prefectos hecha por Mesa Gisbert. Se debatió y aprobó la realización de elecciones para asambleístas constituyentes y para un referéndum nacional sobre las autonomías para julio de 2006, aunque la ley de convocatoria quedó pendiente.

En el ámbito de la justicia, implemento la justicia de paz para aliviar las tareas del poder judicial, atorado por miles de juicios que a partir de esta decisión comenzaron a resolverse ex-trajudicialmente.

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El Presidente Morales a través de su mayoría parlamentaria y tras una difícil negociación con Podemos, aprobó la convocatoria a elecciones para la Asamblea Constituyente que debía elegir 255 constituyentes y realizar el referéndum sobre autonomías. La ley indicaba que la única tarea de la Asamblea era aprobar una nueva Constitución en un tiempo máximo de un año, que sería sometida para su aprobación a un referéndum popular. La Constitución debía ser votada por dos tercios de los asambleístas.

El proceso electoral de diciembre fue distinto a los anteriores Los viejos partidos llegaban deslegitimados, ya habían sido derrotados en las municipales de 2004. La candidatura de Evo Morales del MAS, acompañado por Álvaro García Linera intelectual ex miembro del EGTK, representaba la insurgencia indígena, la recomposición de la izquierda y la acumulación del sindicalismo cocalero y gremial.

En un afán de demostrar buena voluntad con el legislativo, el Primer Mandatario aceptó la imposición del presidente del Senado de desplazar al comandante del ejército César López rompiendo la institucionalidad y le negó a esa fuerza, como correspondía, el Comando en Jefe de las FF.AA. En cambio, nombró comandante de ejército a Marcelo Antezana, fuertemente ligado al MNR, que había sido reiteradamente acusado de vínculos con quienes desestabilizaron al gobierno de Mesa Gisbert. Antezana tuvo mucho que ver con el problema de los misiles.

Nació en Cochabamba el 2 de marzo de 1956. Estudió derecho en la Universidad Mayor de San Simón. Obtuvo el título de Abogado en 1981. Cursó una maestría en Administración Pública por la Escuela de Gobierno J. F. Kennedy de la Universidad de Harvard, EE.UU. en 1988. Prestó servicios como subcontralor de la Contraloría General de la República y fue Asesor General del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto en el primer gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada.

El entrabamiento sistemático a la gestión gubernamental por parte del Congreso, el enfrentamiento entre el Presidente y los legisladores, la presión de sectores radicales de izquierda y derecha con la cuestión de la nacionalización de los hidrocarburos y las autonomías como banderas, colocaron al gobierno en un punto de extrema dificultad que estalló cuando Evo Morales, que había mantenido una posición ambigua de apoyo en bajo perfil y crítica dura según el caso, decidió lanzarse a la oposición abierta.

En los diez años anteriores los gobiernos bolivianos habían decidido bajar el perfil de la demanda marítima, convencidos de que los acuerdos económicos con Chile terminarían por solucionar el problema. Esa lógica no consiguió ningún avance en la cuestión marítima, solo la oferta de una zona franca en territorio chileno, que lo que quería era garantizar el abastecimientos del mercado chileno con gas boliviano, el verdadero objetivo de Santiago.

Uno de los factores que dificultaron más la gestión de este gobierno, fue la incomprensible actitud del Tribunal Constitucional, con una serie de fallos cuestionables y un comunicado, que colocaron varias veces al gobierno en serias crisis. En mayo de 2004 el Tribunal Constitucional (TC) desconoció un fallo del tribunal militar que absolvió a oficiales que participaron en los hechos de “febrero negro” y estableció que debían ser juzgados en tribunales ordinarios. Medio centenar de generales y coroneles de las FFAA.