El Presidente Morales a través de su mayoría parlamentaria y tras una difícil negociación con Podemos, aprobó la convocatoria a elecciones para la Asamblea Constituyente que debía elegir 255 constituyentes y realizar el referéndum sobre autonomías. La ley indicaba que la única tarea de la Asamblea era aprobar una nueva Constitución en un tiempo máximo de un año, que sería sometida para su aprobación a un referéndum popular. La Constitución debía ser votada por dos tercios de los asambleístas.
La aplicación del plan Dignidad fue una de las prioridades de esta gestión. En el periodo 1997-2001 se logró el nivel más alto de erradicación de la historia, con más de 25.000 hectáreas eliminadas, lo que puede considerarse como un éxito indiscutible del gobierno. A su vez cesó la compensación monetaria directa a los productores por hectárea erradicada. En una primera fase se hicieron compensaciones colectivas a cada comunidad que erradicaba, para luego eliminar toda compensación. Esta tarea, que se basó en una clara voluntad política y contó con la participación militar, superó un proceso de círculo vicioso que habían llevado los anteriores gobiernos desde 1988, que era mantener casi sin modificación los niveles de siembra y erradicación con un resultado neto muy modesto. Este esfuerzo gigantesco que dejó en el Chapare solo 6.000 hectáreas, no tuvo una compensación adecuada por parte de los Estados Unidos, ya que dejó un vacío de ingresos que se calculan entre 300 y 500 millones de dólares (año) con un efecto muy duro sobre la deprimida economía del país.
Como consecuencia, en este periodo se produjo una espiral de violencia en el Chapare. En varios enfrentamientos murieron casi un centenar de personas y quedaron heridas más de doscientas cincuenta, sumados a una actitud cada vez más beligeranre de los productores de coca (con probable influencia del narcotráfico), todo esto dejó la evidencia de que a partir de esta etapa las confrontaciones entraron en una fase más dura. Las fuerzas del orden subieron el nivel de la represión contra los bloqueadores (lógica que continuaron los siguientes gobiernos) con un saldo de violencia y muerte creciente y los cocaleros protagonizaron hechos sangrientos al secuestrar, torturar y matar a policías y soldados en medio de acciones de bloqueo y hostigamiento.