El Presidente Morales a través de su mayoría parlamentaria y tras una difícil negociación con Podemos, aprobó la convocatoria a elecciones para la Asamblea Constituyente que debía elegir 255 constituyentes y realizar el referéndum sobre autonomías. La ley indicaba que la única tarea de la Asamblea era aprobar una nueva Constitución en un tiempo máximo de un año, que sería sometida para su aprobación a un referéndum popular. La Constitución debía ser votada por dos tercios de los asambleístas.
El elemento más exitoso del plan económico fue el incentive a la producción nacional, que era una respuesta a una actitud sistemática en la década anterior de darle la espalda a los productores e industriales bolivianos. Para ello aprobó el decreto denomina lo “Compro Boliviano” dando preferencia en las compras del estado a productores nacionales con montos de licitaciones de hasta 8 millones de Bs., fragmentó los pliegos de propuesta para pequeños y medianos empresarios y dio bonificaciones a los productores nacionales en licitaciones grandes. Creó también las “Ferias a la Inversa” en las que las instituciones pusieron a consideración sus demandas y permitieron a los ofertantes acomodarse a estas, incentivando la producción local.
La Nueva Estructura Productiva Exportadora
Si bien es cierto que el país desarrolle un proceso de diversificación productiva sobre todo en los años noventa del siglo XX, el alza espectacular de los precios internacionales de las materias primas a partir de 2003, colocó de nuevo a los productos tradicionales, hidrocarburos y minerales, como los más importantes por el volumen de ingresos en divisas, disminuyendo la incidencia de los productos no tradicionales. La tendencia parecía marcar que nuevamente el país se volvía excesivamente dependiente de hidrocarburos y minerales en desmedro de la diversificación, a la vez que muy vulnerable a la fluctuación ce precios, ajena a la capacidad de decisión interna.