El Presidente Morales a través de su mayoría parlamentaria y tras una difícil negociación con Podemos, aprobó la convocatoria a elecciones para la Asamblea Constituyente que debía elegir 255 constituyentes y realizar el referéndum sobre autonomías. La ley indicaba que la única tarea de la Asamblea era aprobar una nueva Constitución en un tiempo máximo de un año, que sería sometida para su aprobación a un referéndum popular. La Constitución debía ser votada por dos tercios de los asambleístas.
El inevitable desgaste del modelo político-económico tras veinte años de ininterrumpida democracia (que se cumplieron el 10 de octubre de 2002), condujo al cuestionamiento de las fuerzas tradicionales. Acusados de prebendalismo, corrupción y exclusión, los grandes partidos: MNR, ADN, MIR, enfrentaron una dura tarea, la renovación que no quisieron concretar y que los llevó al desastre. La crisis económica defraudaba a un país al que se le prometieron cambios para mejor que no se produjeron desde el comienzo del ajuste económico en 1985. En lo inmediato esta arremetida crítica debilitó a los grandes partidos, pero no impidió un nuevo triunfo electoral del MNR, en cambio, hirió de muerte a uno de ellos, ADN que en 2002 perdió más del 70 % de los votos que había obtenido en 1997. Condepa tras su fracasado paso por el gobierno de Banzer terminó destruida con menos del 1% en las elecciones de 2002 y UCS cayó a algo menos del 6 % de votos.
La fuerza creciente y el poder de movilización social de las federaciones de productores de coca del Chapare, catapultaron a Evo Morales a un liderazgo sindical y una diputación tras su éxito regional en las elecciones de 1997. El Movimiento al Socialismo (MAS) que agrupó sectores marginales de la vieja izquierda y grupos intelectuales críticos con el modelo, se transformó en la segunda fuerza política del país tras las elecciones de 2002, en las que estuvo a menos de dos puntos del ganador y arrasó en las elecciones de 2005, obteniendo por primera vez desde 1966 más del 50% de los votos. El MAS cuya fuerza central era el movimiento cocalero, se convirtió en protagonista crítico y radicalmente contrario al modelo liberal y el alineamiento de Bolivia en un esquema de globalización y mercados abiertos. Para ello usó la presión de las calles, bloqueos y acciones violentas. Su raíz marxista se mezcló con posiciones culturalistas y una debilidad y fortaleza, la coca como poder de presión social.
El éxito de Manfred Reyes Villa como alcalde de Cochabamba (1993-2000) dio pie a la creación de Nueva Fuerza Republicana (NFR) en 1996. La influencia en Cochabamba de esta agrupación le permitió una alianza con ADN para las elecciones de 1997. Tras dos años de participación en el gobierno de Banzer y la renuncia de Reyes Villa a la alcaldía de Cochabamba, su proyección a nivel nacional llevó a NFR a su punto más alto en las elecciones de 2002, en las que tras perfilarse como favorito, logró un estrecho tercer lugar y una importante presencia parlamentaria. NFR buscó ser un partido renovador dentro de una línea crítica al modelo, sin salir de los lineamientos esenciales del modelo democrático y económico vigentes entonces. La falta de experiencia de su líder convirtió en un fracaso electoral sus grandes opciones de ganar cómodamente bajo el lema de “cambio positivo”. Se alió con Sánchez de Lozada en el final de su segundo gobierno y tras una ciega oposición a Mesa Gisbert, acabó destruido como partido. Felipe Quispe que nació a la política en el movimiento radical Ejército Guerrillero Tupac Katari (EGTK) en el que participó Alvaro García Linera con un par de acciones que la justicia tipificó de terroristas con un saldo de muertos en la primera mitad de la década del noventa y un total de cinco años de prisión, devino en el líder de los sectores más radicales del sindicalismo campesino aymara, a través de la CSUTCB.
En 2000 creó su partido, el Movimiento Indígena Pachacuti (MIP), en una línea de desconocimiento de la República y propugnación de un espacio regional propio y autónomo. Los bloqueos de septiembre-octubre de 2000 pusieron en claro su capacidad de presión y su efecto político sobre el poder central del gobierno. EL MIP obtuvo un importante respaldo electoral en La Paz, que le permitió ser la quinta fuerza parlamentaria del país en 2002. En 2005, en cambió se desmoronó ante la captura de Morales del voto indígena.