La precariedad del régimen militar se agudizó con las manifestaciones callejeras. Las ambiciones de sus ministros habían ya condenado al gobierno. A principios de abril el titular de Gobierno, Antonio Seleme, el más audaz de los ministros conspiradores, tomó contacto con la oposición, particularmente con el MNR (Siles Zuazo, Lechín), partido al que Seleme incluso juró, y con FSB (Únzaga). El ocho, una reunión del ministro con un joven dirigente falangista terminó con la salida de Falange del golpe, por discrepancias de programa y eventual distribución de cargos.
La explosión ideológica de posguerra abrió un espectro notable en el pensamiento criollo. La influencia marxista en sus varias tendencias (stalinismo y trotskismo entre las principales), el pensamiento indigenista tanto puro como teñido de marxismo bajo la influencia de Mariátegui, la fuerza del fascismo en plena aplicación en Italia y España, el nacionalsocialismo alemán, sumados al nacionalismo como una corriente ecléctica y poco definida todavía, determinaron una verdadera inflación de nuevos partidos y un esfuerzo poco exitoso de readecuación de las viejas organizaciones.
En el seno de los partidos tradicionales, Saavedra trató de actualizarse aumentando a su sigla el marbete de socialista (lo que terminaría siendo el Partido de la Unión Republicana Socialista PURS en los años cuarenta), aunque sin una relación entre programa y sigla. Los genuinos y liberales mantuvieron su estructura aunque en franco proceso de decadencia. Los tres partidos terminaron coaligados en una alianza que hizo posible su permanencia en el poder en los años cuarenta; para ello el 22 de marzo de 1939 les partidos liberal, republicano socialista y republicano genuino, firmaron un pacto que se llama la Concordancia. Carlos Víctor Aramayo por su parte, intentó una recomposición del frente tradicional que sustentara a la minería creando el Partido Centrista. No tuvo éxito. Gabriel Gosalvez se unió a Toro como representante de un ala del republicanismo saavedrista.
En los sectores populares y de clase media se vivía una verdadera efervescencia. La sucesión de partidos fue notable. En 1927 se crearon el Partido Obrero y el Partido Laborista. En 1928 el Partido Comunista en la clandestinidad que respondía a una consigna latinoamericana y que actuó algún tiempo bajo la conducción de Carlos Mendoza Mamani. En 1929 nació el Partido Socialista Revolucionario de Bolivia. En 1930 un nuevo Partido Socialista. En 1935 la organización Beta Gama y la Confederación Socialista Boliviana bajo la dirección de Enrique Baldivieso y un grupo de intelectuales del que nacería el MNR y que participó en el gobierno militar de Toro. En 1939 se creó el Partido Socialista Obrero de Bolivia. La vinculación entre muchos de estos partidos y las organizaciones sindicales como la FOT (nacional) y las FOL es (locales), no puede olvidarse.
Todas estas corrientes eran ya el germen de las grandes organizaciones políticas que en el principio de los cuarenta marcarían las tres líneas más influyentes, la marxista (PIR), la trotskista (POR) y la nacionalista cuyas dos veta; fueron FSB y MNR. La frase de Marof de tierras al pueblo y minas al estado, tuvo tal fuerza que definió la línea de la izquierda. Si bien esas ideas las había expuesto en 1920 el Partido Obrero Socialista de La Paz, Marof tuvo la habilidad de extenderlas y publicitarias al punto que el congreso obrero de 1927 las hizo propias. La tendencia estatista y la preocupación sobre un cambio estructural en el agro fueron banderas vigorosas de todas estas organizaciones.
En este contexto, la participación de lo: oficiales del ejército y de la institución en su conjunto en política, cambiaron la relación de fuerzas y le devolvieron a los uniformados un papel preponderante en la política del país.