La precariedad del régimen militar se agudizó con las manifestaciones callejeras. Las ambiciones de sus ministros habían ya condenado al gobierno. A principios de abril el titular de Gobierno, Antonio Seleme, el más audaz de los ministros conspiradores, tomó contacto con la oposición, particularmente con el MNR (Siles Zuazo, Lechín), partido al que Seleme incluso juró, y con FSB (Únzaga). El ocho, una reunión del ministro con un joven dirigente falangista terminó con la salida de Falange del golpe, por discrepancias de programa y eventual distribución de cargos.
Quienes, como los grandes mineros, creyeron que Busch les garantizaba el retorno al viejo orden se equivocaron gravemente. Tras los primeros escarceos con los empresarios, el Presidente se alineó claramente en la profundización de las medidas estatizantes del gobierno de Toro. El ejército, sin embargo se debatía en dos corrientes, la impulsada por los jóvenes oficiales bajo el liderazgo de Busch y la tradicional cuyas figuras fueron primero Quintanilla y luego Peñaranda. Aunque reducido a algo más de 5.000 efectivos, el ejército se comía el 32 % de la torta del presupuesto. La pugna interna de los militares entre derecha e izquierda fue una contradicción permanente que se vivió varias veces en la historia contemporánea a partir del Chaco.
Busch fue un Presidente impulsivo con arranques personales de gran generosidad y de gran intransigencia. Fue duro con los opositores, limitó el trabajo de la prensa, exiló o confinó a importantes personalidades, la más destacada Bautista Saavedra que murió en el exilió. Cuando Toro intentó un movimiento subversivo en Yacuiba y Palmar en 1938, ordenó un sumario de guerra y condenó a muerte y ejecutó a uno de los sublevados, el Tte. Cnel. Juan de Dios Cárdenas. Es muy conocido el encuentro que tuvo en palacio con Alcides Arguedas a quien (hombre de 60 años) abofeteó hasta hacerle brotar sangre del rostro, furioso por un artículo crítico del escritor.
Su ruptura con los partidos tradicionales llevó a la organización de la llamada Concordancia entre liberales, republicanos genuinos y saavedristas. Firmaron ese documento de unidad personalidades como Alcides Arguedas (entonces jefe del liberalismo), Enrique Hertzog y Demetrio Canelas. En cambio, los grupos llamados socialistas colaboraron con Busch y fue el equipo de Baldivieso, entre quienes se destacaban Augusto Céspedes y Carlos Montenegro, que desde el periódico "La calle" defendió y apoyó al gobierno.
La primera idea de Busch fue la constitucionalización del país, para lo que llamó a elecciones para la conformación de una asamblea constituyente que redactara una nueva constitución y eligiera presidente constitucional. A las elecciones (marzo de 1938) se presentaron el Frente Único Socialista, y el Partido Republicano Socialista, se abstuvieron genuinos y liberales. El frente único ganó por mayoría abrumadora. El 28 de marzo de 1938 Busch fue elegido en la convención como Presidente constitucional, lo acompañó Enrique Baldivieso como vicepresidente.
El 21 de julio de 1938 se celebró finalmente el tratado de paz con el Paraguay que ponía fin definitivamente al conflicto binacional. El congreso aprobó el tratado por 102 votos favorables contra 9 disidentes.
La intensa secuela de cambios no podía, sin embargo, hacer a un lado la realidad de una situación económica difícil. El proceso inflacionario se mantuvo por encima de las expectativas. Esta es la progresión durante los gobiernos Toro y Busch:
En cambio, la estructura de la industria mejoró gracias a la guerra. La falta de recursos para la importación y la gran demanda del frente, hizo crecer fuertemente la industria textil y de alimentos, que se adecuó luego de la guerra a una demanda en ascenso, que cubrió los déficits de provisión al ser desmovilizado el ejército.
El particular temperamento del Presidente y la situación de precario equilibrio político, lo condujo a declararse dictador el 24 de abril de 1939. En los escasos cuatro meses que duró la dictadura, Busch impulsó los cambios más importantes de su administración. Dictó un nuevo código del trabajo, profundizando algunas medidas favorables a los trabajadores del código de Toro. Nacionalizó el banco Central que hasta entonces había tenido un porcentaje de participación privada. Aprobó el código de la educación cuyo eje central fue el concepto de la escuela unificada.
Un ejemplo de los días que se vivían es el del minero Mauricio Hoschild. El tráfico de pasaportes bolivianos en la comunidad judía de Alemania y otros países centroeuropeos lo llevó a acusar a Hoschild, detenerlo, condenarlo a muerte y luego de dramáticos pedidos incluso dentro de su gabinete, indultarlo.
En 1938 Bolivia envió una delegación a los Juegos Deportivos Bolivarianos de Lima. La presencia boliviana fue exitosa por dos razones, la participación de la selección nacional de fútbol que ganó su primer partido internacional (3-1 a Venezuela) y la sucesión de triunfos en carreras de velocidad y saltos de Julia Iriarte, la atleta boliviana más completa de la historia del deporte boliviano.