La precariedad del régimen militar se agudizó con las manifestaciones callejeras. Las ambiciones de sus ministros habían ya condenado al gobierno. A principios de abril el titular de Gobierno, Antonio Seleme, el más audaz de los ministros conspiradores, tomó contacto con la oposición, particularmente con el MNR (Siles Zuazo, Lechín), partido al que Seleme incluso juró, y con FSB (Únzaga). El ocho, una reunión del ministro con un joven dirigente falangista terminó con la salida de Falange del golpe, por discrepancias de programa y eventual distribución de cargos.
La llamada tesis de Pulacayo se aprobó en el congreso extraordinario de la FSTMB en la mina de ese nombre en noviembre de 1945. La importancia de este documento radica en que es la primera vez que los trabajadores trascienden los planteamientos puramente gremialistas vinculados a mejores condiciones de trabajo y ce vida, para poner en el tapete una propuesta política en la que se atribuyen el rol de vanguardia y proponen de manera inequívoca la meta de la toma del poder. "La revolución demo-burgueses debe convertirse sólo en una fase de la revolución proletaria que es su fin último". Cuando se refiere a los reclamos concretos de ese momento los menciona como "reivindicaciones transitorías". Los puntos claves del documento fueron: Salario básico vital y escala móvil de salarios, semana de 40 horas de trabajo, ocupación de minas (va más lejos que la propuesta de nacionalización que era ya parte del programa nacional revolucionario y pirista), contratos colectivos, independencia sindical, control obrero en las minas, armas para los trabajadores y otras reivindicaciones menores.
Pulacayo fue sin duda un antecedente de muchas ideas de la Central Obrera Boliviana y el momento más alto de las ideas trotskistas que impulsó una organización capital del movimiento obrero.