La precariedad del régimen militar se agudizó con las manifestaciones callejeras. Las ambiciones de sus ministros habían ya condenado al gobierno. A principios de abril el titular de Gobierno, Antonio Seleme, el más audaz de los ministros conspiradores, tomó contacto con la oposición, particularmente con el MNR (Siles Zuazo, Lechín), partido al que Seleme incluso juró, y con FSB (Únzaga). El ocho, una reunión del ministro con un joven dirigente falangista terminó con la salida de Falange del golpe, por discrepancias de programa y eventual distribución de cargos.
Dos obras son claves para entender la ideología nacional revolucionaria que cubrió más de 50 años de la vida boliviana. La primera es Nacionalismo y coloniaje, de Carlos Montenegro. Presentada como una historia del periodismo en Bolivia, es en realidad una tesis sobre la antinomia histórica entre nación y antinación. Montenegro coloca a Belzu como el pionero del nacionalismo y establece una dicotomía económica entre proteccionismo y librecambio, tensión que él resuelve en favor del proteccionismo. Relativiza a la democracia de corte occidental y critica duramente a los líderes oligárquicos (Frías, Arce, Pacheco) hasta entonces respetados por la historia oficial.
El segundo trabajo es el opúsculo de Wálter Guevara, "Manifiesto a los ciudadanos de Ayopaya", en el que Guevara hace una reflexión ideológica para definir el nacionalismo de su partido. Se separa nítidamente del nazismo y el fascismo a los que considera inviables, se distancia del marxismo y la lucha de clases, critica la democracia que vivió Bolivia en el período conservador liberal como una farsa y relativiza el concepto de democracia. El nacionalismo del MNR dice, es producto de la alianza de clases y propugna una democracia verdadera sin extremos de riqueza y miseria.