Procesos de Integración y Comunidad Andina de Naciones (CAN)

El esfuerzo de integración iniciado en Europa en la segunda mitad de los años cincuenta del siglo XX que devino en la Unión Europea el más ambicioso proceso de unificación en el mundo, sirvió como un modelo y un ejemplo para las naciones de América Latina.

En 1960 se firmó el tratado de Montevideo que dio origen a la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC), sustituida en 1980 por la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), con la idea correcta de que en el mundo moderno es impensable un desarrollo económico autónomo y aislado de naciones emergente s como las de este continente. Tanto la ALALC como la ALADI fueron organizaciones ambiciosas que han logrado algunos avances en busca de un proyecto multilateral de desarrollo económico concertado, pero aún limitados para nuestros países.

La iniciativa de procesos integracionistas subregionales tuvo mejores resultados y se comenzó a aplicar en 1960 en América Centra1 con el Mercado Común Centromaericano (MCC), en 1969 en la región andina con el Pacto Andino, en 1973 con el Mercado Común de Caribe (CARICOM), en 1991 con el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), y en 1992 con el Tratado de Integración Económica de América del Norte (North American Free Trade Agreement NAFTA).

El 26 de mayo de 1969 se firmó en Cartagena (Colombia) un acuerdo de integración entre Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú. Firmó ese documento por nuestro país el presidente Siles Salinas. En 1973, Venezuela entro en el Pacto Andino y en 1976 Chile se retiró por estar en desacuerdo con la decisión 24 referida una política explícitamente proteccionista en materia económica, en la lógica de un proceso progresivo de sustitución de importaciones.

Las proyecciones del Pacto Andino fueron muy ambiciosas en el campo de la integración sub-regional. La idea era impulsar el crecimiento industrial, desarrollo económico competitivo y eliminación, en plazos graduales, de aranceles aduaneros y limitaciones fronterizas, siguiendo el modelo de la Comunidad Económica Europea. El pacto tuvo el mérito de haber sido la organización integracionista pionera en América del Sur y la que abrió una conciencia integracionista continental. Su política proteccionista de los setenta fue modificada hacia posiciones más liberales en los años subsiguientes.

El acuerdo firmado en Cartagena tuvo seis modificaciones, la más importante la firmada en Trujillo (Perú), en 1996. A partir de entonces el nombre oficial del grupo es Comunidad Andina de Naciones (CAN) que tiene los siguiente s instrumentos de funcionamiento su instancia máxima es el Consejo Presidencial Andino, el Consejo Andino de Ministros de Relaciones Exteriores, el Tribunal de Justicia y el Parlamento Andino que está representado por parlamentarios de cada país, pero que deberá tener parlamentarle s elegidos por voto directo de cada nación y para esa función específica, distinta de los parlamentos nacionales. Entre otras instituciones se cuentan la Universidad Andina Simón Bolívar cuya sede está en Sucre y la Corporación Andina de Fomento (CAF), sin duda el organismo más exitoso de la CAN. La CAF tiene como accionistas además de los cinco países miembros a Chile, Brasil, México, Paraguay, Panamá, Trinidad y Tobago y bancos comerciales. Entre 1995 y 1999 realizó operaciones de crédito para proyectos de desarrollo y otros a los países miembros y otros accionistas por valor de 12.300 millones de dólares.

Los logros mayores de la CAN están referidos a una zona de libre comercio entre los cinco países, un arancel externo común que tiene que ver con una política aduanera concertada en relación a países de fuera de la comunidad. Los pasos siguientes son el establecimiento de un mercado común a través de la liberalización de los servicios y personas (tránsito sin necesidad de pasaporte, derecho al trabajo, etc). La CAN tenía en el año 2000 una superficie de 4,7 millones de kilómetros cuadrados y una población de 104,8 millones de habitantes.

Los resultados del Acuerdo fueron menores que los proyectados, pero han confirmado la importancia de un desarrollo integrado de proyecciones regionales. Para Bolivia, por su desarrollo relativo considerablemente menor frente a los otros miembros (a excepción de Ecuador), se produjo un desequilibrio desventajoso con las posibilidades de mercado y en la capacidad de afrontar proyectos industriales de magnitud. Se hizo necesario modificar aún más las políticas preferenciales hacia el país para permitir resultados interesantes.

Por su situación geográfica, ciertamente estratégica en el continente, Bolivia forma parte además, de los países de la Cuenca del Plata, de los países de la Cuenca Amazónica, y en el contexto latinoamericano, de ALADI. En general los resultados de estas organizaciones fueron mucho menores que los de la CAN. En los años noventa nació, en cambio, el MERCOSUR, el otro escenario fundamental de la integración sudamericana al que Bolivia optó en 1996, siendo aceptada como observador con algunos acuerdos de ventaja comercial.

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En 1977 Banzer convocó a elecciones, casi tres años antes de su propio cronograma. La evidencia de que la bonanza económica se terminaba y abría paso a una severa crisis y la presión de la nueva administración estadounidense presidida por Jimmy Cárter y obsesionada por el respeto a los derechos humanos, impulsaron al gobierno a tomar la decisión. Pero el verdadero factor de inflexión surgió del seno del país.

En 1975, después de 13 años de ruptura diplomática, se reanudaron relaciones con Chile. Esta muestra de buena voluntad con Santiago tenía que ver con la reiniciación de negociaciones sobre el pendiente tema marítimo. Chile aceptó la reanudación porque le daba aire a la secante dictadura que había derrocado a Allende en 1973. El aislamiento del gobierno de Santiago era prácticamente total y este gesto mejoraba su imagen. En la fronteriza localidad de Charaña se reunieron los presidentes Banzer de Bolivia y Augusto Pinochet de Chile.

Tras la gravedad de acontecimientos, como el asesinato del Cnl. Andrés Selich ex-ministro del Interior (1971-1972), que fue brutalmente golpeado por funcionarios de seguridad del gobierno hasta matarlo, forzaron la renuncia del ministro Alfredo Arce Carpió. Paz Estenssoro fue exiliado del país ante su creciente distanciamiento y críticas al régimen, se produjeron además dos intentos de golpe de estado con la participación de militares institucionalistas y el MIR, y el deterioro del esquema del FPN que se hizo muy evidente.

El comienzo de la integración del oriente, lograda hacia 1954 con el camino Cochabamba-Santa Cruz, se impulsó en gran medida en este período. Como hemos visto Santa Cruz pasó de 42.000 habitantes en 1950 a más de 350.000 en 1980. Un crédito de más de 60 millones de US$ se destinó al algodón, el resultado fue un fracaso por el uso inadecuado y muchas veces deshonesto de los créditos. Pero, a pesar de estos elementos negativos, hubo otros aspectos. Se incrementó la vivienda y se produjo una intensificación de la ganadería.

El caso del petróleo es ilustrativo. Bolivia había pasado (años 50) a ser país exportador en pequeñísima escala. En este gobierno llego al máximo de su capacidad (1975) con una exportación de 2.105.302 m3. A partir de entonces se produjo una reducción hasta prácticamente cesar de exportar y mantener años después un difícil abastecimiento del mercado interno. YPFB, tradicionalmente una de las pocas empresas estatales solventes, entró en una espiral preocupante de pérdidas.

Tras 16 años de estabilización monetaria, en 1972 se determinó la devaluación del peso en un 66% (Sesenta y seis por ciento - de 12 pesos por dólar se pasó al cambio de 20). Por el transcurso de varios años se había mantenido una paridad artificial que ponía en riesgo a la economía. El rezago cambiario obligó a una medida radical que trajo como respuesta un intenso movimiento popular de protesta, manifestaciones, etc., con los consiguientes enfrentamientos.

Uno de los problemas que afrontó el país para encarar adecuadamente sus programas de desarrollo fue la falta de información sobre su realidad. A lo largo del siglo XX se llevaron a cabo solamente cuatro censos. El primer en 1900, el segundo cincuenta años después en 1950, el tercero en 1976 veintiséis años después y el último en 1992, dieciséis años más tarde. El censo de 1976 nos permite comparar el país de la pre-revolución con el posrevolucionario.