La Crisis Militar de 1970 y la Caída de Ovando

Tras un levantamiento militar el 6 de octubre de 1970, el Gral. Ovando, que pocas semanas antes había perdido a su hijo mayor víctima de un accidente de avión, totalmente desmoralizado renunció a la presidencia. Se produjo entonces una pugna entre sectores de derecha liderizados por el Gral. Rogelio Miranda y grupos de izquierda bajo la jefatura de Juan José Torres. En un principio y ante la imposibilidad de jurar él mismo como Presidente por falta de un mínimo respaldo, Miranda forzó la posesión de un triunvirato militar conformado por los generales Efraín Guachalla, Fernando Sattori y Alberto Albarracín que renunció huérfano de apoyo a las seis horas de haberse posesionado. La confusión en el seno de las FF.AA. llegó a puntos insospechados. Las ideas dejadas por Ovando vinculadas al nacionalismo revolucionario y las posiciones anticomunistas de la doctrina de seguridad nacional, agudizadas tras el triunfo frente al “Che”, no eran capaces de romper el empate. En este contexto la solución se dio por la vía del golpe de mano. El día 7 el Gral. Torres se hizo fuerte en la base aérea de El Alto apoyado en una huelga general nacional decretada por la Central Obrera Boliviana. Ese mismo día en Oruro se produjeron serios enfrentamientos, la toma y destrucción de dependencias policiales y el intento que hizo el llamado Comando Único Revolucionario (fundamentalmente COD, fabriles y universitarios) de tomar el edificio de la guarnición militar de Oruro (segunda división, cuartel general del Regimiento Camacho 1º de artillería), lo que provocó un enfrentamiento con fuego cruzado y un número significativo de heridos y algunos muertos, cifra que nunca se pudo esclarecer. El cuartel no pudo ser tomado.

Torres, tras lograr el respaldo explícito de la fuerza aérea, controló la situación en unas horas, bajó a la ciudad y juró la Presidencia ante el pueblo reunido en la Plaza Murillo. Era la primera vez que un Presidente decidía hacer su juramento ante la multitud y no en una ceremonia en palacio o el congreso delante de una Biblia. Ante la plaza llena dijo que los pilares fundamentales con los que gobernaría serían los obreros, los militares, los universitarios y los campesinos.

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En 1977 Banzer convocó a elecciones, casi tres años antes de su propio cronograma. La evidencia de que la bonanza económica se terminaba y abría paso a una severa crisis y la presión de la nueva administración estadounidense presidida por Jimmy Cárter y obsesionada por el respeto a los derechos humanos, impulsaron al gobierno a tomar la decisión. Pero el verdadero factor de inflexión surgió del seno del país.

En 1975, después de 13 años de ruptura diplomática, se reanudaron relaciones con Chile. Esta muestra de buena voluntad con Santiago tenía que ver con la reiniciación de negociaciones sobre el pendiente tema marítimo. Chile aceptó la reanudación porque le daba aire a la secante dictadura que había derrocado a Allende en 1973. El aislamiento del gobierno de Santiago era prácticamente total y este gesto mejoraba su imagen. En la fronteriza localidad de Charaña se reunieron los presidentes Banzer de Bolivia y Augusto Pinochet de Chile.

Tras la gravedad de acontecimientos, como el asesinato del Cnl. Andrés Selich ex-ministro del Interior (1971-1972), que fue brutalmente golpeado por funcionarios de seguridad del gobierno hasta matarlo, forzaron la renuncia del ministro Alfredo Arce Carpió. Paz Estenssoro fue exiliado del país ante su creciente distanciamiento y críticas al régimen, se produjeron además dos intentos de golpe de estado con la participación de militares institucionalistas y el MIR, y el deterioro del esquema del FPN que se hizo muy evidente.

El comienzo de la integración del oriente, lograda hacia 1954 con el camino Cochabamba-Santa Cruz, se impulsó en gran medida en este período. Como hemos visto Santa Cruz pasó de 42.000 habitantes en 1950 a más de 350.000 en 1980. Un crédito de más de 60 millones de US$ se destinó al algodón, el resultado fue un fracaso por el uso inadecuado y muchas veces deshonesto de los créditos. Pero, a pesar de estos elementos negativos, hubo otros aspectos. Se incrementó la vivienda y se produjo una intensificación de la ganadería.

El caso del petróleo es ilustrativo. Bolivia había pasado (años 50) a ser país exportador en pequeñísima escala. En este gobierno llego al máximo de su capacidad (1975) con una exportación de 2.105.302 m3. A partir de entonces se produjo una reducción hasta prácticamente cesar de exportar y mantener años después un difícil abastecimiento del mercado interno. YPFB, tradicionalmente una de las pocas empresas estatales solventes, entró en una espiral preocupante de pérdidas.

Tras 16 años de estabilización monetaria, en 1972 se determinó la devaluación del peso en un 66% (Sesenta y seis por ciento - de 12 pesos por dólar se pasó al cambio de 20). Por el transcurso de varios años se había mantenido una paridad artificial que ponía en riesgo a la economía. El rezago cambiario obligó a una medida radical que trajo como respuesta un intenso movimiento popular de protesta, manifestaciones, etc., con los consiguientes enfrentamientos.

Uno de los problemas que afrontó el país para encarar adecuadamente sus programas de desarrollo fue la falta de información sobre su realidad. A lo largo del siglo XX se llevaron a cabo solamente cuatro censos. El primer en 1900, el segundo cincuenta años después en 1950, el tercero en 1976 veintiséis años después y el último en 1992, dieciséis años más tarde. El censo de 1976 nos permite comparar el país de la pre-revolución con el posrevolucionario.