El Pacto Militar Campesino. La Constitución de 1967

Durante su administración Barrientos puso en marcha el “pacto militar-campesino”, instrumento político de control del agro y respaldo a los gobiernos de las Fuerzas Armadas. Barrientos fue un hombre de increíble carisma personal. Dominaba perfectamente el quechua de su natal Cochabamba y muy pronto sintonizó con los campesinos. Su simpatía genuina por este sector del país, probablemente originada en sus años de infancia y juventud en Tarata, lo llevaron a apoyar su gobierno en los campesinos que transfirieron sus simpatías por el MNR y sus logros agrarios al Gral. Este apoyo fue decisivo para consolidar un poder que enfrentó a los sectores populares urbanos y mineros y se estrelló sin contemplaciones contra las organizaciones políticas de izquierda. En la dimensión del mundo rural Barrientos fue un neto heredero del MNR y, con más encanto personal que su predecesor, logró seducir a la mayor a de los quechuas y aimaras. Es verdad que el prebendalismo, la manipulación de las dirigencias campesinas, sumadas a la presencia permanente del Presidente en las poblaciones más alejadas, contribuyeron a este “idilio” cuyo eje fue la curiosa alianza entre militares y campesinos que tuvo un valor inestimable de sustentación de este régimen militar y los que le sucedieron hasta 1982.

La Constitución de 1967

El primer acto de la nueva legislatura fue constituirse en asamblea constituyente, que en el período 1966-1967 sancionó la constitución política del estado que mantuvo su vigencia hasta las reformas aprobadas en 1994, es decir por más de veintisiete años. Se trata de la décimo quinta Carta Magna que, con las reformas mencionadas, mantiene su vigencia. En la parte de las conquistas de 1952 ratificó la constitución de 1961, pero eliminó la doble nacionalidad española y latinoamericana, las milicias populares y la reelección inmediata del Presidente. Se consideró el recurso de amparo y se estableció la irretroactividad de las leyes.

La constitución del 67 en el espíritu de la carta de 1938, fue un texto que sufrió la paradoja de estar vigente por un largo período de gobiernos de facto que la pasaron por alto o la cumplieron muy parcialmente, a la vez que fue el texto en el que se apoyó la democracia recuperada en 1982. Se puede decir que a partir de ese momento ha sido la constitución que se ha seguido con más rigor y que ha servido para el descubrimiento de una verdadera práctica democrática que, aunque imperfecta, fue mucho más amplia y universal que la practicada en el período 1880-1930.

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En 1977 Banzer convocó a elecciones, casi tres años antes de su propio cronograma. La evidencia de que la bonanza económica se terminaba y abría paso a una severa crisis y la presión de la nueva administración estadounidense presidida por Jimmy Cárter y obsesionada por el respeto a los derechos humanos, impulsaron al gobierno a tomar la decisión. Pero el verdadero factor de inflexión surgió del seno del país.

En 1975, después de 13 años de ruptura diplomática, se reanudaron relaciones con Chile. Esta muestra de buena voluntad con Santiago tenía que ver con la reiniciación de negociaciones sobre el pendiente tema marítimo. Chile aceptó la reanudación porque le daba aire a la secante dictadura que había derrocado a Allende en 1973. El aislamiento del gobierno de Santiago era prácticamente total y este gesto mejoraba su imagen. En la fronteriza localidad de Charaña se reunieron los presidentes Banzer de Bolivia y Augusto Pinochet de Chile.

Tras la gravedad de acontecimientos, como el asesinato del Cnl. Andrés Selich ex-ministro del Interior (1971-1972), que fue brutalmente golpeado por funcionarios de seguridad del gobierno hasta matarlo, forzaron la renuncia del ministro Alfredo Arce Carpió. Paz Estenssoro fue exiliado del país ante su creciente distanciamiento y críticas al régimen, se produjeron además dos intentos de golpe de estado con la participación de militares institucionalistas y el MIR, y el deterioro del esquema del FPN que se hizo muy evidente.

El comienzo de la integración del oriente, lograda hacia 1954 con el camino Cochabamba-Santa Cruz, se impulsó en gran medida en este período. Como hemos visto Santa Cruz pasó de 42.000 habitantes en 1950 a más de 350.000 en 1980. Un crédito de más de 60 millones de US$ se destinó al algodón, el resultado fue un fracaso por el uso inadecuado y muchas veces deshonesto de los créditos. Pero, a pesar de estos elementos negativos, hubo otros aspectos. Se incrementó la vivienda y se produjo una intensificación de la ganadería.

El caso del petróleo es ilustrativo. Bolivia había pasado (años 50) a ser país exportador en pequeñísima escala. En este gobierno llego al máximo de su capacidad (1975) con una exportación de 2.105.302 m3. A partir de entonces se produjo una reducción hasta prácticamente cesar de exportar y mantener años después un difícil abastecimiento del mercado interno. YPFB, tradicionalmente una de las pocas empresas estatales solventes, entró en una espiral preocupante de pérdidas.

Tras 16 años de estabilización monetaria, en 1972 se determinó la devaluación del peso en un 66% (Sesenta y seis por ciento - de 12 pesos por dólar se pasó al cambio de 20). Por el transcurso de varios años se había mantenido una paridad artificial que ponía en riesgo a la economía. El rezago cambiario obligó a una medida radical que trajo como respuesta un intenso movimiento popular de protesta, manifestaciones, etc., con los consiguientes enfrentamientos.

Uno de los problemas que afrontó el país para encarar adecuadamente sus programas de desarrollo fue la falta de información sobre su realidad. A lo largo del siglo XX se llevaron a cabo solamente cuatro censos. El primer en 1900, el segundo cincuenta años después en 1950, el tercero en 1976 veintiséis años después y el último en 1992, dieciséis años más tarde. El censo de 1976 nos permite comparar el país de la pre-revolución con el posrevolucionario.