En 1977 Banzer convocó a elecciones, casi tres años antes de su propio cronograma. La evidencia de que la bonanza económica se terminaba y abría paso a una severa crisis y la presión de la nueva administración estadounidense presidida por Jimmy Cárter y obsesionada por el respeto a los derechos humanos, impulsaron al gobierno a tomar la decisión. Pero el verdadero factor de inflexión surgió del seno del país.
Durante su administración Barrientos puso en marcha el “pacto militar-campesino”, instrumento político de control del agro y respaldo a los gobiernos de las Fuerzas Armadas. Barrientos fue un hombre de increíble carisma personal. Dominaba perfectamente el quechua de su natal Cochabamba y muy pronto sintonizó con los campesinos. Su simpatía genuina por este sector del país, probablemente originada en sus años de infancia y juventud en Tarata, lo llevaron a apoyar su gobierno en los campesinos que transfirieron sus simpatías por el MNR y sus logros agrarios al Gral. Este apoyo fue decisivo para consolidar un poder que enfrentó a los sectores populares urbanos y mineros y se estrelló sin contemplaciones contra las organizaciones políticas de izquierda. En la dimensión del mundo rural Barrientos fue un neto heredero del MNR y, con más encanto personal que su predecesor, logró seducir a la mayor a de los quechuas y aimaras. Es verdad que el prebendalismo, la manipulación de las dirigencias campesinas, sumadas a la presencia permanente del Presidente en las poblaciones más alejadas, contribuyeron a este “idilio” cuyo eje fue la curiosa alianza entre militares y campesinos que tuvo un valor inestimable de sustentación de este régimen militar y los que le sucedieron hasta 1982.
La Constitución de 1967
El primer acto de la nueva legislatura fue constituirse en asamblea constituyente, que en el período 1966-1967 sancionó la constitución política del estado que mantuvo su vigencia hasta las reformas aprobadas en 1994, es decir por más de veintisiete años. Se trata de la décimo quinta Carta Magna que, con las reformas mencionadas, mantiene su vigencia. En la parte de las conquistas de 1952 ratificó la constitución de 1961, pero eliminó la doble nacionalidad española y latinoamericana, las milicias populares y la reelección inmediata del Presidente. Se consideró el recurso de amparo y se estableció la irretroactividad de las leyes.
La constitución del 67 en el espíritu de la carta de 1938, fue un texto que sufrió la paradoja de estar vigente por un largo período de gobiernos de facto que la pasaron por alto o la cumplieron muy parcialmente, a la vez que fue el texto en el que se apoyó la democracia recuperada en 1982. Se puede decir que a partir de ese momento ha sido la constitución que se ha seguido con más rigor y que ha servido para el descubrimiento de una verdadera práctica democrática que, aunque imperfecta, fue mucho más amplia y universal que la practicada en el período 1880-1930.