En 1977 Banzer convocó a elecciones, casi tres años antes de su propio cronograma. La evidencia de que la bonanza económica se terminaba y abría paso a una severa crisis y la presión de la nueva administración estadounidense presidida por Jimmy Cárter y obsesionada por el respeto a los derechos humanos, impulsaron al gobierno a tomar la decisión. Pero el verdadero factor de inflexión surgió del seno del país.
Durante este período de gobierno se produjo una etapa de bonanza económica sin precedentes, fundamentalmente por los precio favorables de nuestras principales materias primas de exportación (1974 - 1975). Basta mencionar que el estaño llegó a cotizarse en casi 8 dólares por libra fina a mediados de los años setenta record histórico que nunca más se volvió a repetir y el gas llegó a venderse a 4,4 dólares por millar de pies cúbicos (1976). Era además el tiempo de los créditos internacionales fáciles, frescos y rápidamente disponibles. Esta situación impulsó el crecimiento económico del país que, sin embargo, no fue canalizado hacia un crecimiento integral y estructural, lo que determinó un “boom” artificial de consecuencias negativas con el paso de los años.
Este fue un período en el que se gobernó con la aprobación de varios decretos ley que sustituían las leyes aprobadas por el poder legislativo, clausurado en Bolivia desde 1969. Se aprobó una ley de inversiones que varios sectores calificaron como entreguista, de un tenor sumamente liberal para fomentar la presencia de inversionistas extranjeros.
Se logró una afluencia sin precedentes en la historia de créditos del más diverso tipo, lo que permitió llevar a cabo varios proyectos de desarrollo y comunicaciones. La consecuencia a mediano plazo fue el endeudamiento del país que pasó de una deuda de 460 millones de US$ en 1971 a casi 3.000 millones de US$ entre los préstamos recibidos y deuda contratada en 1978. Un número apreciable de los créditos fueron canalizados en inversiones no productivas que frecuentemente se malversaron.
La industria de la construcción fue una de las más beneficiadas en estos años. Por un lado se produjo un crecimiento multiplicado de la vivienda de propiedad horizontal en La Paz, el más alto en la historia de la ciudad. Santa Cruz registró un crecimiento proporcional superior. Se desarrollaron importantes proyectos camineros, como la vinculación del norte de La Paz y el Beni, la autopista La Paz-El Alto que fue denunciada por astronómico costo (3.5 millones de US$ el Km.). Se renovó el equipo ferroviario nacional y se impulsó el crecimiento del LAB a través de la adquisición de varios jets y la ampliación de su servicio internacional. Banzer modernizó la flota de jets del LAB adquiriendo un 727-100, dos 727-200 de gran autonomía y un 707 de carga. ENTEL también entró en un proceso de modernización y vinculación con la era del satélite al instalarse la primera estación terrena del país, la estación Tiahuanacu en La Paz (1978).
La sobredimensión de algunos proyectos dejó grandes instalaciones funcionando a menos del 50% de su capacidad. Los casos de la fábrica de Aceites de Villamontes y la Refinería de Cochabamba o la Hilandería de Santa Cruz, son ilustrativos. Entre las destacadas obras civiles, se construyeron importantes edificios públicos, como el Banco Central en La Paz (31 plantas, el edificio más alto del país) y el palacio de Telecomunicaciones.
Se creó el Instituto Boliviano de Seguridad Social y se proyectó el Hospital Militar de La Paz, verdadero e inconcluso elefante blanco. Se organizaron campañas para combatir epidemias, como la malaria, difteria y tuberculosis. Fue creado el Instituto Boliviano de Turismo (IBT) y fue reglamentada la actividad turística, hotelera y de agencias de viajes.
Bolivia organizó por primera vez una competencia internacional de nivel, los VIII Juegos Deportivos Bolivarianos de 1977 que se realizaron con todo éxito en La Paz. Esta responsabilidad implicó la construcción de importante infraestructura deportiva, las dos obras mayores fueron la remodelación del estadio Hernando Siles (inaugurado en 1930) que fue ampliado hasta una capacidad máxima de 55.000 espectadores, la piscina olímpica y el velódromo.
En términos generales el gobierno militar marcó una etapa de excepcional estabilidad que permitió un crecimiento sostenido, un nivel de inversiones significativo y un aumento indiscutible del nivel de vida de los ciudadanos. Algunos indicadores económicos ilustran esta realidad. Entre 1971 y 1978 el promedio de inflación estuvo siempre por debajo del 10 %. En 1972 se logró un 6,50 % y en 1976 un 4,49 %. Los promedios inflacionarios estuvieron algo por encima de los años sesenta, pero se hallan entre los más bajos del siglo en el país. El crecimiento del PIB fue en el período 1971-1975 de 5.87, promedio que Bolivia no pudo recuperar y mejorar hasta el final del siglo cuando se consolidó la democracia y se estabilizó la economía. Las exportaciones crecieron de 225 millones de dólares en 1970 a 725 millones en 1978. Las importaciones pasaron en el mismo período de 158 millones a 768. La producción minera se apoyaba en el estaño que promedió las 30.000 toneladas en el período de gobierno de Banzer, el antimonio (el país era segundo productor mundial de este mineral) con una producción promedio de 13.000 toneladas, plata con alrededor de 150 toneladas por año, zinc con un promedio en estos siete años de 40.000 toneladas, plomo con 15.000, cobre con 7.000, bismuto con 300, wolfram 3.000 y oro con un promedio de 1tonelada por año.