En 1977 Banzer convocó a elecciones, casi tres años antes de su propio cronograma. La evidencia de que la bonanza económica se terminaba y abría paso a una severa crisis y la presión de la nueva administración estadounidense presidida por Jimmy Cárter y obsesionada por el respeto a los derechos humanos, impulsaron al gobierno a tomar la decisión. Pero el verdadero factor de inflexión surgió del seno del país.
Para entender la creación de la Asamblea Popular, hay que remitirse al IV congreso de la COB que se realizó entre el 1º y el 12 de mayo de 1970. Allí las posiciones del nacionalismo revolucionario se enfrentaron al trotskismo y a diversas líneas del comunismo. Tras encendidos debates, Lechín logró mantenerse en el cargo de secretario ejecutivo, a pesar de la andanada de acusaciones de traidor que recibió de todos los ángulos. El documento del IV congreso que se conoce como tesis socialista, fue el más radical de todos los aprobados en la historia de la organización. La COB se autoasumía como un órgano real de poder y un mecanismo para la toma del gobierno. La conquista del socialismo era la premisa principal y la lucha por lograrlo su primer objetivo. En criterio de sus autores, las condiciones objetivas para la toma del poder estaban dadas. Desde luego, el poder sería tomado por el proletariado encarnado en los mineros.
La Asamblea Popular creada el 1º de junio y que comenzó a sesionar desde el 22 de junio de 1971, buscaba sustituir todo el andamiaje de la democracia tradicional, transformándose en un verdadero órgano de poder en el país. Contra la representatividad en el parlamento ligada exclusivamente al sistema de partidos políticos, la AP (223 delegados) se estructuró de acuerdo a sectores de producción y representaciones de clase. Así habían delegados mineros (132, mayoría), fabriles y en menor medida universitarios, maestros e intelectuales. El sector agrario estaba escasamente representado. El carácter de vanguardia proletaria en la AP, era de influencia trotskista (POR de Lora).
En su corta vida la Asamblea Popular (que tuvo asambleas regionales en cada departamento) no pasó de su etapa organizativa y de una larga serie de discursos ) polémicas que debilitaron su estructura y sus posibilidades. Tras una reunión inicial el 1º de mayo en el edificio del parlamento, se convocó a su instalación para el 22 de junio. Juan Lechín fue su presidente y el presidium estuvo integrado por el fabril Humberto Pabón, primer vicepresidente, el campesino Casiano Amurrio segundo vicepresidente y como vocales Miguel Verástegui (constructor), Alfredo Llanos (petrolero), Oscar Eid (universitario), Abraham Monasterios (ferroviario), Félix Cha-llapa (harinero) y Guido Quezada (maestro). El 2 de julio (apenas 11 días después) se produjo la última sesión. La retórica de los asambleístas era de tal virulencia que generó un clima de temor en los sectores empresariales y en los partidos de derecha. Las tensiones internas se reflejaron fuera del hemiciclo y mostraron un alarmante fracciónalismo. La asamblea además se negaba en rotundo a darle un mínimo apoyo al gobierno, cuya orfandad era dramática, al estar cercado por la derecha y despreciado por una izquierda convencida de que la revolución definitiva estaba a la vuelta de la esquina, aunque su primera resolución advirtió la inminencia de un golpe y la decisión de responder con la movilización y la huelga general. Se propuso también, aunque nunca se concretó, el restablecimiento de las milicias populares al estilo le las de 1952.