En 1977 Banzer convocó a elecciones, casi tres años antes de su propio cronograma. La evidencia de que la bonanza económica se terminaba y abría paso a una severa crisis y la presión de la nueva administración estadounidense presidida por Jimmy Cárter y obsesionada por el respeto a los derechos humanos, impulsaron al gobierno a tomar la decisión. Pero el verdadero factor de inflexión surgió del seno del país.
El caso del petróleo es ilustrativo. Bolivia había pasado (años 50) a ser país exportador en pequeñísima escala. En este gobierno llego al máximo de su capacidad (1975) con una exportación de 2.105.302 m3. A partir de entonces se produjo una reducción hasta prácticamente cesar de exportar y mantener años después un difícil abastecimiento del mercado interno. YPFB, tradicionalmente una de las pocas empresas estatales solventes, entró en una espiral preocupante de pérdidas. Hay que mencionar también el nuevo código de Hidrocarburos que permitió a más de 15 empresas extranjeras iniciar trabajos de prospección en Bolivia con el sistema de contratos de operación y explotación con YPFB. La producción petrolífera del período 1971-1978 fue, como dijimos, la mayor de la historia de YPFB. E11971 se produjeron casi 40.000 barriles día, en 1973 se tocó el pico más alto con una producción de casi 48.000 barriles, para terminar en 1978 con una producción diaria de alrededor de 28.000. Estas cifras incluyen la producción combinada de YPFB y las empresas contratistas. En les años posteriores el país pudo abastecer su consumo y lograr incrementos que mantuvieran equilibrada la curva ascendente de consumo con la de producción, pero no se pudo pensar más en la exportación de petróleo crudo. Pero lo grave de esa etapa fueron las falsas expectativas que se generaron en el país y las inversiones desmesuradas en refinerías e instalaciones que se sobredimensionaron.
La preeminencia incuestionable del estaño como materia prima de exportación en la primera mitad de este siglo, comenzó a sufrir variaciones importantes en el período 1950 - 1975 y dramáticas en el período 1975 - 1986. El gobierno del MNR se empeñó con éxito en el crecimiento de la producción petrolífera incluso exportable. En los años setenta se pasó del máximo de exportación de crudo a la crisis que obligó a acortarla radicalmente para poder abastecer el consumo interno, pero también en esos años se confirmó nuestra riqueza gasífera.
En ese contexto los minerales fueron cada vez menos importantes como rubro de exportación, hasta la crisis radical de 1985 que convirtió al gas en nuestro primer ingreso de exportación. Esto fue posible porque en la década de los años setenta se confirme que Bolivia es un país con reservas de gas mucho más que de petróleo. Nuestro subsuelo poseía varios trillones de m3 de gas que, racionalmente consumidos internamente y sobre todo exportados, significan una importante y creciente fuente de ingresos.
La inicial ilusión de ser productores de petróleo para la exportación fue sustituida por la realidad de ser una nación con buenas reservas de gas, que colocara a Bolivia en posición ventajosa, sobre todo por el alto nivel de consumo de nuestros dos vecinos más grandes, Brasil y la Argentina. La producción boliviana de gas natural creció notablemente de 1964 (algo menos de 20 millones de pies cúbicos día) a 1971 (150 millones de pies cúbicos día). Esto permitió la suscripción de un importante convenio de venta de gas a la Argentina que Barrientos firmó con su colega Juan Carlos Onganía el 23 de julio de 1968, que establecía un compromiso de venta por veinte años al precio de 0,225 dólares por millar de pies cúbicos en volumen de 141 millones de pies cúbicos día. En su mejor momento (1976) Bolivia recibió un pago de 4,46 dólares por millar de pies cúbicos exportados, luego el precio fue declinando hasta que en los años noventa cayó por debajo de un dólar por MPC. Bolivia inició la exportación el 29 de abril de 1972 en el gobierno de Banzer una vez que se terminó la construcción del gasoducto que nos unía con Buenos Aires.
La importancia del gas en la economía nacional fue creciendo hasta superar el 50 % del total de nuestros ingresos por exportaciones en la primera mitad de los años ochenta. En ese momento el país recibió más divisas por el gas que por nuestros minerales. Esa situación volvió a cambiar y el gas declinó en importancia, siempre en relación estrecha con el precio internacional, tanto del gas como de los minerales. Pero desde los años setenta se convirtió en un componente esencial de nuestra economía exportadora. En 1972 producíamos 195 millones de pies3 día, en 1978 llegamos a una producción de 225 millones de pies3 día.
La inyección económica que representó la venta de gas a la Argentina llevó al gobierno a iniciar una negociación con el Brasil un consumidor potencial mucho mayor que nuestro vecino del sur. El 22 de mayo de 1974 los presidentes Hugo Banzer de Bolivia y Ernesto Geisel del Brasil, suscribieron un acuerdo de cooperación y cornplementación en Cochabamba. Lo más importante del documento era el compromiso de Bolivia de vender al Brasil 240 millones de pies3 día por veinte años, a cambio de la instalación de un complejo industrial en el sudeste del país con una planta siderúrgica, una petroquímica y una fábrica de cemento. Pero tan ambicioso proyecto se frustró, la razón fundamental fue una cerril oposición interna liderizada por los grupos más recalcitrantes de izquierda nacional que acusaron a Banzer de entreguista, sosteniendo que el gas boliviano debía usarse íntegramente en el desarrollo interno. El Presidente, a pesar de su poder casi omnímodo, no se atrevió a insistir (aunque en 1977 volvió a firmar un acuerdo ratificatorio con Geisel). Probablemente las tensiones internas del gobierno fueron obstáculos mayores que la propia oposición. Sectores políticos y militares del gobierno estaban fuertemente influidos por las ideas nacionalistas de los años cincuenta. Tampoco ayudó la subida espectacular de los precios del petróleo, que desanimaron al Brasil de empeñarse en la concreción del convenio. El hecho es que esa frustrada venta fue uno de los mayores fracasos del gobierno de Banzer en su gestión y postergó las posibilidades reales de un gran crecimiento económico del país.