La Huelga de las Mujeres Mineras, Las Elecciones y la Caída de Banzer

En 1977 Banzer convocó a elecciones, casi tres años antes de su propio cronograma. La evidencia de que la bonanza económica se terminaba y abría paso a una severa crisis y la presión de la nueva administración estadounidense presidida por Jimmy Cárter y obsesionada por el respeto a los derechos humanos, impulsaron al gobierno a tomar la decisión. Pero el verdadero factor de inflexión surgió del seno del país. Una huelga de hambre iniciada por cuatro mujeres mineras (entre ellas la célebre Domitila Chungara) que en pocos días se hizo masiva, forzó a Banzer a conceder una amnistía irrestricta. La debilidad del régimen se puso en evidencia, el agotamiento salió a la luz a la par que se debilitaban las barreras de la censura y las restricciones político-sindicales que el país había sufrido por más de un lustro.

En principio Banzer pensó postularse como candidato, pero la resistencia a su figura lo hizo apostar a un candidato oficialista que fuese absolutamente leal a su poder, por ello escogió al ministro del Interior Juan Pereda Asbún y para respaldarlo se formó la Unión Nacionalista del Pueblo (UNP), que agrupaba a pequeños partidos conservadores y fracciones de partidos tradicionales. Como principal fuerza de oposición se colocó la Unidad Democrática y Popular (UDP), coalición del MNRI, el MIR y e PCB que tuvo como candidato a Hernán Siles. Se presentó también el ex-presidente Víctor Paz con su partido, el MNR.

El 9 de julio de 1978 se realizaron elecciones. Ganó el candidato oficial Gral. Juan Pereda de la (UNP) (985.140 votos, 50%), obtuvo el segundo lugar Hernán Siles Zuazo de la Unidad Democrática y Popular (484.383 votos, 15%) y el tercero Víctor Paz Estenssoro del MNR (213.662 votos, 11%). Las elecciones fueron anuladas al denunciarse y comprobarse un gigantesco fraude. El gobierno no calculó el impresionante margen de votos de la UDP que representaban el apoyo a una propuesta de izquierda y una respuesta nacional en contra de la dictadura y la larga saga de gobiernos militares. Se desató la crisis. Pereda y su gente no estuvieron dispuestos a aceptar la pérdida del poder. El delfín acabó por volcarle la espalda a su superior y mentor y decidió dar el golpe. El 21 de julio el Gra1. Banzer abandonó el palacio en medio de lágrimas, sin tener la satisfacción de entregar el mando al ganador en las urnas.

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En 1975, después de 13 años de ruptura diplomática, se reanudaron relaciones con Chile. Esta muestra de buena voluntad con Santiago tenía que ver con la reiniciación de negociaciones sobre el pendiente tema marítimo. Chile aceptó la reanudación porque le daba aire a la secante dictadura que había derrocado a Allende en 1973. El aislamiento del gobierno de Santiago era prácticamente total y este gesto mejoraba su imagen. En la fronteriza localidad de Charaña se reunieron los presidentes Banzer de Bolivia y Augusto Pinochet de Chile.

Tras la gravedad de acontecimientos, como el asesinato del Cnl. Andrés Selich ex-ministro del Interior (1971-1972), que fue brutalmente golpeado por funcionarios de seguridad del gobierno hasta matarlo, forzaron la renuncia del ministro Alfredo Arce Carpió. Paz Estenssoro fue exiliado del país ante su creciente distanciamiento y críticas al régimen, se produjeron además dos intentos de golpe de estado con la participación de militares institucionalistas y el MIR, y el deterioro del esquema del FPN que se hizo muy evidente.

El comienzo de la integración del oriente, lograda hacia 1954 con el camino Cochabamba-Santa Cruz, se impulsó en gran medida en este período. Como hemos visto Santa Cruz pasó de 42.000 habitantes en 1950 a más de 350.000 en 1980. Un crédito de más de 60 millones de US$ se destinó al algodón, el resultado fue un fracaso por el uso inadecuado y muchas veces deshonesto de los créditos. Pero, a pesar de estos elementos negativos, hubo otros aspectos. Se incrementó la vivienda y se produjo una intensificación de la ganadería.

El caso del petróleo es ilustrativo. Bolivia había pasado (años 50) a ser país exportador en pequeñísima escala. En este gobierno llego al máximo de su capacidad (1975) con una exportación de 2.105.302 m3. A partir de entonces se produjo una reducción hasta prácticamente cesar de exportar y mantener años después un difícil abastecimiento del mercado interno. YPFB, tradicionalmente una de las pocas empresas estatales solventes, entró en una espiral preocupante de pérdidas.

Tras 16 años de estabilización monetaria, en 1972 se determinó la devaluación del peso en un 66% (Sesenta y seis por ciento - de 12 pesos por dólar se pasó al cambio de 20). Por el transcurso de varios años se había mantenido una paridad artificial que ponía en riesgo a la economía. El rezago cambiario obligó a una medida radical que trajo como respuesta un intenso movimiento popular de protesta, manifestaciones, etc., con los consiguientes enfrentamientos.

Uno de los problemas que afrontó el país para encarar adecuadamente sus programas de desarrollo fue la falta de información sobre su realidad. A lo largo del siglo XX se llevaron a cabo solamente cuatro censos. El primer en 1900, el segundo cincuenta años después en 1950, el tercero en 1976 veintiséis años después y el último en 1992, dieciséis años más tarde. El censo de 1976 nos permite comparar el país de la pre-revolución con el posrevolucionario.

Durante este período de gobierno se produjo una etapa de bonanza económica sin precedentes, fundamentalmente por los precio favorables de nuestras principales materias primas de exportación (1974 - 1975). Basta mencionar que el estaño llegó a cotizarse en casi 8 dólares por libra fina a mediados de los años setenta record histórico que nunca más se volvió a repetir y el gas llegó a venderse a 4,4 dólares por millar de pies cúbicos (1976). Era además el tiempo de los créditos internacionales fáciles, frescos y rápidamente disponibles.