A fines de septiembre y a propuesta le la Confederación de Empresarios Privados, algunos partidos políticos y el vespertino “Ultima Hora”, el gobierno decidió convocar al parlamento elegido en 1980. Desde el punto de vista de 1a UDP la situación era paradójica, pues si por una parte era evidente que el congreso elegiría a Hernán Siles, por otra no era menos cierto que una eventual elección en ese momento le podía dar una cómoda mayoría absoluta que en ese congreso no tenía.
Pereda llegó al poder con escaso sustento político e incluso militar. Fue apoyado por algunas fracciones que habían crecido en el gobierno de Hugo Banzer y en particular por una organización creada para respaldarlo en tiempo electoral, que fue integrada por jóvenes próximos al Banzerismo bajo el denominativo de CUN (Consejo de Unidad Nacional), una de cuyas figuras generacionales más destacadas era Ronald MacLean.
El gobierno intentó cimentar su poder en el compromiso de abrir un período de transición hacia la democracia, que no tenía sentido después de unas elecciones que abrieron las compuertas para una práctica política plena y sobre todo que habían generado una sólida conciencia democrática en el país. La promesa de convocar nuevamente a elecciones en 1980 no satisfizo a nadie.
El único hecho relevante de su breve presidencia fue la reunión que sostuvo en septiembre con el Presidente Ernesto Geisel, en la que se ratificó por tercera vez la voluntad boliviana de vender gas al Brasil, incrementando la cifra inicialmente prevista hasta 400 millones de pies cúbicos diarios. Estas conversaciones, que continuaron en gobiernos posteriores, no se llegaron a concretar en hechos sino hasta dieciocho años después.
La tensión política creció en pocas semanas. Los partidos y frentes más importantes (UDP, MNRA y PS-1) expresaron permanentemente su deseo de que a apertura democrática pasara de las palabras a la acción. En noviembre, la UDP anunció una gran concentración en La Paz que el gobierno intentó prohibir. La concentración nunca se realizó; en la fecha prevista (24 de noviembre) se produjo un incruento golpe de estado que desplazó a Pereda sin resistencia alguna por parte de éste o sus seguidores. De ese modo llegaba al gobierno una figura militar casi totalmente desconocida, el General David Padilla Arancibia.