A fines de septiembre y a propuesta le la Confederación de Empresarios Privados, algunos partidos políticos y el vespertino “Ultima Hora”, el gobierno decidió convocar al parlamento elegido en 1980. Desde el punto de vista de 1a UDP la situación era paradójica, pues si por una parte era evidente que el congreso elegiría a Hernán Siles, por otra no era menos cierto que una eventual elección en ese momento le podía dar una cómoda mayoría absoluta que en ese congreso no tenía.
El rasgo más destacado del gobierno de Guevara fue, sin duda, el relativo a la cuestión marítima. Por primera vez la Asamblea General de la OEA se realizó en nuestro país, a ella como es tradicional asistieron los ministros de Relaciones Exteriores de todas las naciones americanas. Llegó a Bolivia incluso el secretario de estado de los Estados Unidos Cyrus Vanee. El objetivo fundamental de Bolivia fue el de conseguir respaldo continental a nuestra reivindicación marítima. Las gestiones del canciller Gustavo Fernández culminaron en el reconocimiento casi unánime (la única excepción fue obviamente Chile) de que el problema marítimo boliviano es un asunto continental y en consecuencia un problema que debe ser tratado multilateralmente. Nunca antes la OEA había expresado un criterio de esta naturaleza en relación a la causa boliviana que, en teoría, obligaba a Chile a un cambio de postura y permitía un mayor margen de juego negociador para Bolivia. El éxito, sin embargo, fue empañado por el golpe militar que estalló en la madrugada posterior a la clausura de la Asamblea cuando aún muchos cancilleres se hallaban en La Paz.
Esto provocó el espectáculo lamentable de los ministros extranjeros, llegando al aeropuerto escoltados por tanques del ejercito. Chile por su parte celebró un golpe que le permitió al representante chileno ante la OEA decir que Bolivia no era un interlocutor válido para tratar ni el tema del mar ni tema alguno.