A fines de septiembre y a propuesta le la Confederación de Empresarios Privados, algunos partidos políticos y el vespertino “Ultima Hora”, el gobierno decidió convocar al parlamento elegido en 1980. Desde el punto de vista de 1a UDP la situación era paradójica, pues si por una parte era evidente que el congreso elegiría a Hernán Siles, por otra no era menos cierto que una eventual elección en ese momento le podía dar una cómoda mayoría absoluta que en ese congreso no tenía.
El 14 de febrero de 1979 se recordó el primer centenario de la invasión chilena a Antofagasta. El país paralizó actividades por cinco minutos y en memoria del infausto suceso se escucharon campanas y sirenas en todo el territorio. Bolivia llegaba a esta fecha en medio de una aguda crisis política y en la antesala de la peor crisis económica de su historia en tiempo de paz. Su debilidad en relación a Chile (desde el punto de vista de su crecimiento demográfico, poder económico y militar) era mayor que en 1879, y su política internacional para recuperar el mar carecía de la coherencia necesaria. La amarga experiencia del “Abrazo de Charaña” quedaba como lección para el futuro en la búsqueda de reparar una usurpación que hiere la conciencia latinoamericana.
Hay que decir sin embargo, que sostener coherencia diplomática para Chile siempre fue un ejercicio muy sencillo, desde la cómoda posición del país vencedor que usurpó, detentó y se benefició económicamente de los territorios arrebatados, lo único que Chile tuvo que decir a lo largo de cien años es NO. Y lo dijo siempre sin el menor escrúpulo.