La más alta autoridad jurídica y administrativa en el territorio del Alto Perú, durante los tres siglos de la colonia, fue el organismo conocido con el nombre de Audiencia de Charcas.
Al terminar la conquista sólo existía la clase de los vencedores, o sea los hidalgos, soldados y encomenderos y la de los vencidos, o sea el pueblo indígena. Pronto, por táctica y aun por conveniencia, los españoles reconocieron a las antiguas autoridades incaicas y aimaras dándoles los mismos privilegios que tenían los españoles nobles. Así subsistieron bajo la tutela española los incas principales, los caciques regionales, los mandones etc.; todos ellos eran objeto de atenciones y se les rendía homenaje al igual que a los españoles. Se les concedieron encomiendas de tierras y minas, teniendo derecho a anteponer el don a su nombre.
De la mezcla de razas nació la clase mestiza que desde su comienzo se dedicó a los oficios artesanos, como carpintería, zapatería, platería, herrería, etc. En el siglo XVI no vemos a esta clase ocupar papel alguno; estiba a la expectativa, ocupando puestos inferiores en una sociedad donde la graduación era español peninsular, criollo o español nacido en América, indígenas nobles, mestizos, indios y negros esclavos.
De acuerdo a los cruces raciales se fueron formando varias castas así el hijo de español e india, era mestizo; el de español y negra recibía el nombre de mulato y el de indio y negra, el de zambo, etc. El hijo de españoles nacido en América recibía el nombre de criollo.