Al terminar la conquista sólo existía la clase de los vencedores, o sea los hidalgos, soldados y encomenderos y la de los vencidos, o sea el pueblo indígena. Pronto, por táctica y aun por conveniencia, los españoles reconocieron a las antiguas autoridades incaicas y aimaras dándoles los mismos privilegios que tenían los españoles nobles. Así subsistieron bajo la tutela española los incas principales, los caciques regionales, los mandones etc.; todos ellos eran objeto de atenciones y se les rendía homenaje al igual que a los españoles.
Almagro para su expedición tuvo la ayuda del Inca Paullu, hermano menor de Atahuallpa, y muy ligado al Collasuyo. Paulla se casó con una hermana suya que estaba en la Acllahuasi de la Isla de la Luna, y como todos los caciques del sur era partidario de Huáscar y contrario a Atahuallpa. Estas son las razones que explicaron su colaboración con los españoles.
Paullu acompañó a Almagro enviado por Manco II, el Inca de Vilcabamba, y fue a esta empresa junto con el gran sacerdote o Villac Unu, quien abandonó a Almagro al conocer que Manco se había rebelado contra los españoles. Paullu, siguió fiel al capitán español y fue intermediario en muchas negociaciones entre los indígenas y las tropas de los conquistadores. Paullu murió en el Cuzco en 1550, después de haber recibido el bautismo bajo el nombre de Cristobal.
Su casa estaba al pie de la fortaleza de Sacsahuaman. Sus hijos fueron muy respetados y mantuvieron un lugar privilegiado en la sociedad colonial.