Guerras civiles del Perú

Al frente de las tropas de Pizarro, y como lugarteniente suyo, sobresale la interesante figura de Francisco Carvajal. Viejo soldado de la conquista, duro y despiadado, Carvajal era un gran táctico gracias a cuya pericia se mantuvo en jaque a las fuerzas realistas durante cuatro años.

El virrey, puesto en libertad por el oidor Álvarez, desembarcó en Túmbez y organizando un ejército en compañía de Benalcázar se dirigió hacia el sur a sofocar la rebelión.

Del Alto Perú, donde surgiera la rebelión, salieron también los contrarrevolucionarios a cuya cabeza se encontraba Diego Centeno. Este capitán formaba parte del bando pizarrista, pero inesperadamente se dirigió a Chuquisaca, y en una reunión que se realizó en San Lázaro, se declaró, junto a otros muchos, a favor del emperador haciendo promesa de destrozar la rebelión de Gonzalo Pizarro, quién luchaba junto a Carvajal.

Diego Centeno y sus hombres, mediante hábil golpe, se apropiaron de la plaza y se formó un ejército que hizo frente a Gonzalo Pizarro (1544); quién se apresuró a ir al norte para alcanzar la ciudad de Lima.

La Audiencia y el pueblo de Lima recibieron a Pizarro con alborozo y casi todo el Perú se declaró a favor de él. El virrey Blasco Núñez de Vela se retiró prudentemente hacia Quito. Cuando Gonzalo Pizarro lo supo, formó su ejército y se encaminó en busca del virrey; en rápida marcha lo alcanzó. Núñez de Vela volvió a retirarse al norte, y después de varias escaramuzas de ambas partes se dio el encuentro definitivo en Añaquito, cerca de la capital actual del Ecuador. Allí las tropas reales fueron derrotadas y el virrey muerto (enero de 1546). Gonzalo fue recibido con grandes honores en Quito y más de uno le aconsejó proclamarse emperador del Perú.

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Al terminar la conquista sólo existía la clase de los vencedores, o sea los hidalgos, soldados y encomenderos y la de los vencidos, o sea el pueblo indígena. Pronto, por táctica y aun por conveniencia, los españoles reconocieron a las antiguas autoridades incaicas y aimaras dándoles los mismos privilegios que tenían los españoles nobles. Así subsistieron bajo la tutela española los incas principales, los caciques regionales, los mandones etc.; todos ellos eran objeto de atenciones y se les rendía homenaje al igual que a los españoles.

La más alta autoridad jurídica y administrativa en el territorio del Alto Perú, durante los tres siglos de la colonia, fue el organismo conocido con el nombre de Audiencia de Charcas.

El siglo XVI se cierra condos expediciones más: la de Álvarez de Maldonado y la de Tordoya.  El primero entró en 1567 a los territorios de los chunchos por los Andes de Opotari y fundó una ciudad con el nombre de Vierso. Desde ahí envió a Mnauel de Escóbar con ochenta hombres para que internándose en las llanuras efectuarse nuevas fundaciones.

Álvarez de Maldonado fue el explorador que más ampliamente conoció las tierras del norte de Bolivia en su época, recorriendo más de 200 leguas.  Volvió a entrar en la región de los chunchos en 1573, pero su expedición fracasó.

Lorenzo Suárez de Figueroa fue gobernador en 1581. En 1590 fundo San Lorenzo el Real, ciudad ubicada entre Santa Cruz la Vieja y Charcas. Cinco años después, San Lorenzo se traslado a los llanos de Grigota, pasando a ser de la gobernación de Santa Cruz de la Sierra. A su vez, la ya fundada ciudad de Santa Cruz 1561,,, conocida también como Santa Cruz de la Vieja, se traslado a Cotoca (1601 - 1604) por indicación del oidor de la Audiencia, Francisco de Alfaro, quien fue al oriente a pedir cuentas al gobernador Mate de Luna.

En 1556, el virrey Andrés Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete, recibió la noticia de la existencia de una zona sin colonizar, al otro lado de las llanuras, al sudoeste de los Charcas y dentro de su jurisdicción. Con la intensión de poblar estas tierras encarga una expedición al capitán don Andrés Manso Sierra de Leguízamo, quien había estado anteriormente en Potosí y Charcas.

Por provisión del Virrey Don Francisco de Toledo emitida el 22 de enero de 1574, se encarga al Capitán Don Luis Fuentes la fundación de una villa en el valle de Tarija, en los términos y región de los chiriguanos. Fuentes y 45 españoles se pusieron en camino hacia el sur del país; llegados a las faldas del Calama, lugar habitado por los “tomatas”, hicieron un fuerte para contener las posibles acometidas de los chiriguanos.

Desde el año 1542 un núcleo de colonizadores españoles habitaba en el valle de Kjocha Pampa, al lado del poblado indígena de Canata. Diez años más arde uno de los capitanes de Pizarro, Garci Ruiz de Orellana, compró tierras a los caciques de Sipesipe, Achatay y Cosavana y sobre estas propiedades y otras vecinas, por encargo del virrey Toledo, se fundó la Villa de Oropesa el 2 de agosto de 1571. Recibió este nombre en homenaje al título del virrey.