a) Alimentación de la mujer embarazada.
El niño comienza su crecimiento y desarrollo en el vientre de la madre embarazada.
La mujer embarazada, por lo tanto, debe consumir alimentos que permitan que el niño nazca con buen peso y además resistente a las enfermedades.
Para lograr el nacimiento de un niño sano, la mujer embarazada debe comer una alimentación variada que incluya alimentos de los tres grupos básicos, especialmente alimentos constructores y alimentos productores.
Alimentos constructores son los productos de origen animal: carnes, leche y derivados, huevos.
Alimentos protectores son las verduras, especialmente las hojas verdes, el zapallo y la zanahoria y todas las frutas.
La leche es especialmente importante para la embarazada porque además de constituir el cuerpo, contiene calcio que da firmeza y resistencia a los huesos y dientes del niño.

La embarazada que no se alimenta bien, dará a luz niños débiles y poco resistentes a las enfermedades.
b) Alimentación de la madre lactante.
Una vez que el niño ha nacido, la madre lo alimenta con la leche que su cuerpo produce.
La leche materna es el alimento ideal para el niño durante su primer año de vida, pero especialmente durante sus seis primeros meses.
La madre se privará de darle su propia leche a su hijo solo cuando el médico le indique, porque no hay alimento tan completo para el niño pequeño como la leche materna.

La madre que está amamantando a su niño, debe alimentarse bien porque su organismo está realizando un trabajo muy intenso para formar la leche.
La alimentación que consuma diariamente la madre lactante debe contener alimentos de los tres grupos básicos.
Los alimentos del primer grupo básico le servirán para formar la leche Los alimentos del segundó grupo básico le proporcionarán las vitaminas y minerales para proteger su salud. Los alimentos del tercer grupo básico, darán a su organismo la energía que necesita para producir continuamente la leche.
Si la madre lactante no se alimenta bien se debilitará y no podrá cuidar bien a su niño.
c) Alimentación del niño menor de un año.
Para estar bien alimentado el niño pequeño debe recibir, además de la leche materna, otros alimentos que le van a servir para hacer frente a su rápido crecimiento y desarrollo. Así al cumplir su primer mes de vida se le debe comenzar a dar, además de la leche materna, jugo de naranja, o de tomate, o de zanahoria, o de nabo.

Estos alimentos contienen vitaminas para mantenerlo resistente contra las enfermedades.
Al comienzo deben darse al niño jugos diluidos, es decir mezclados con agua hervida tibia; conforme su aparato digestivo se va acostumbrando al nuevo alimento habrá que disminuir el agua hasta llegar - darle jugo puro o zumo, lo que ocurrirá a las dos semanas de iniciada la introducción de estos alimentos.
Con todo alimento que se dé por primera vez al niño debe procederse así, es decir comenzar con muy poquito e ir aumentando cada día la cantidad un poco más. Nunca se debe introducir más que un alimento a la vez.
Los utensilios que se usan para preparar los alimentos del niño deben lavarse cuidadosamente para evitarle enfermedades.
Los alimentos cuando están mal conservados, preparados higiénicamente mal pueden producir algunos trastornos digestivos.
Al cumplir los dos meses el niño debe recibir puré de frutas, además de la leche materna.

El puré de frutas puede ser de plátano, papaya o manzana raspada. Estos alimentos acostumbran al niño a una consistencia más blanda ya que hasta ahora solo tomaba líquidos; leche o jugo.
El puré de frutas, además de enseñarle a saborear otros alimentos, le proporciona vitaminas y calorías.
Cuando el niño tiene tres meses ya puede comer mazamorras o papillas de cereales preparadas con agua o leche, recordando siempre que estas preparaciones deben darse al niño además de la leche y de los jugos o purés de frutas que ya está recibiendo.
Los cereales empleados para hacer papillas pueden ser: arroz, avena Maizena, harina de trigo, harina de plátano u otros similares.
Estos alimentos pertenecen al tercer grupo básico, por lo tanto, proporcionan al niño calor y energía.
Al cumplir los cuatro meses el niño debe comer sopitas preparadas con verduras de color verde y amarillo, con tubérculos y con cereales y carne.

Es conveniente emplear zapallo, zanahoria, alguna hoja verde, una papa y arroz o fideo. Todos éstos se cocinan bien y luego se pasan por un colador para que resulte una sopa puré. Los alimentos que contiene esta sopita son ricos en minerales, vitaminas y calorías, los que agregados a la leche materna permiten que el niño reciba ya alimentos de los tres grupos básicos.
Al cumplir los cinco meses se debe agregar yema de huevo a la alimentación del niño.

El huevo debe hacerse pasado por agua o duro, separar la yema y dársela al niño sola o mezclada en su sopita.
La yema de huevo contiene minerales y vitaminas muy necesarias para la salud.
La clara de huevo también es buen alimento, pero no es conveniente dársela antes que cumpla un año porque su aparato digestivo no está bien desarrollado.
La clara del huevo puede utilizarse en la sopa o en algún plato para la familia.
A los seis meses ya se puede preparar la sopita del niño con carne, esta carne una vez que está bien cocida, se la pica finamente y se la mezcla con las verduras.

A partir de los siete meses se agregan a los alimentos nombrados, los que el niño pida y desee, siempre que estén preparados en forma sencilla, sin condimentos ni frituras.
Posiblemente a esta edad ya tiene dientes por lo que no será necesario picar demasiado sus alimentos, además es conveniente que se vaya acostumbrando a masticarlos.
Al cumplir su primer año el niño conocerá muchos sabores y consistencias y será fácil adaptarlo a la comida que recibe la familia.
Además, su organismo estará recibiendo los alimentos que necesita para crecer y desarrollarse, para protegerse contra las enfermedades y para tener fuerza y energía que utiliza en sus juegos.
d) Alimentación del niño pre-escolar.
Se dice pre-escolar al niño de 1 a 5 años. A esta edad el crecimiento es rápido por lo que la madre debe darle alimentos que favorezcan este crecimiento.
El niño pre-escolar puede comer variedad de alimentos ya que ninguno le hace daño, por eso cada día deben servírsele, además de la leche, cualquier otro alimento de origen animal, dos o tres verduras de color verde o amarillo intenso y frutas, agregadas a los otros alimentos que la familia acostumbra comer.
Es necesario que las comidas que se preparan para el niño sean sencillas y simples. Esto quiere decir que no deben llevar mucha sal ni mucha azúcar, ni usar condimentos fuertes porque su estómago no puede resistir lo picante, lo salado, lo grasoso o lo muy dulce.
El pre-escolar es muy susceptible frente a las comidas; por ello los padres o familiares no deben mostrar desagrado ante un alimento porque el niño hará lo mismo pues, además, está en la edad en que imita todo lo que observa, especialmente de las personas mayores. Por esta razón la familia debe servirse con agrado los alimentos de los tres grupos básicos para acostumbrarlo a comer lo que su organismo necesita.
La alimentación diaria del pre-escolar debe estar compuesta por:

Todos estos alimentos deben distribuirse en las tres o cuatro comidas que la familia realiza al día.
Consumiendo una alimentación completa, que contenga alimentos de los tres grupos básicos, el niño crecerá bien, se mantendrá alegre, con deseos de jugar y si llega a enfermarse se recuperará rápidamente.