Levantamientos indígenas en Moxos

En 1792 llegó a Moxos en calidad de gobernador Miguel Zamora y Triviño, pero fueron tales los excesos que cometió, que los indígenas encabezados por Juan Maraza, cacique de los canichana, lo expulsaron. Algo después fue nombrado gobernador Pedro Pablo de Urquijo quien, dándose cuenta del poder de Maraza, lo condecoró alegando que “tiene al pueblo en el mejor orden”. En 1810 Urquijo tuvo noticia de los acontecimientos tanto en España como en la audiencia por lo que decidió abandonar Moxos, y pedir ayuda a Maraza. Entre tanto se había revelado la misión de Trinidad encabezada por el cacique Pedro Ignacio Muiba, lo que hizo que en 1810 ambos caciques se enfrentaran; Maraza colaborando a Urquijo, y Muiba ayudado por el cacique Bopi, en una abierta actitud de rebelión con miras a la independencia. En 1811 Muiba muere después de ser vencido por Maraza quien lo enfrentó con gente armada compuesta por canichanas, cayubabas y movimas.

Este hecho había sido precedido por cartas que envía a Maraza el hermano de Muiba, el cacique Gregorio Gonzales, quien le informa de los acontecimientos y trata de evitar un enfrentamiento. En una de las cartas se dice: “Nuestro Rey ya murió en Francia, ya mataron y Bonaparte está en Palacio donde estaba nuestro Rey y Espania ya está perdido...y aquí no quieren avisar la verdad engañando a nosotros estamos prontos con tus hijos trinitarios como hermanos y así no triste taita, avisa a tus hijos canicianas (canichanas)...no avisar esta carta al señor gobernador, a nadies, ni al padre...”.

En tanto esto ocurría en el oriente, en la parte occidental de Charcas avanzaban las tropas argentinas, así, en 1815 llegaba el tercer ejército auxiliar, y en 1817 el cuarto y último ejército. Nada de ello repercutía en Moxos, que vivía su propia cruzada sin que los movimientos indígenas se hubieran apaciguado.

La región de Moxos continuaba inquieta, pues en 1818 los indígenas de Baures, pueblo situado sobre el río Iténez, se levantaron encabezados por el cacique Gabriel Ojeri. Entre tanto Maraza continuaba como cacique de los canichanas, y allí gobernó hasta 1822 en que el gobernador Velasco, temeroso de su poder, le pidió el bastón de mando; ante la negativa de este cacique el gobernador lo victimó produciéndose entonces otro gran levantamiento indígena.

Las juntas patrióticas de Santa Cruz y Cochabamba no hicieron intento alguno para enviar una expedición que sometiera a la región de Moxos al nuevo orden de cosas. Pudiendo considerarse que, dejados a su propio destino, los mójenos encararon los difíciles años de la independencia bajo su propia perspectiva.

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La actividad de Bolívar en Bolivia se redujo a establecer, mediante leyes, las bases legales de la nueva nación, correspondiendo a Sucre la tarea de reactivar la economía y de sostener una política de reformas revolucionarias que significaban un cambio sustancial en todos los estratos de la sociedad. Para lograr este objetivo Sucre necesitaba rodearse de hombres capaces y de su entera confianza, además debían estar acordes ideológicamente con el sistema republicano.

Nació en la ciudad venezolana de Cumaná, era hijo de Vicente Sucre y Urbaneja y de María Manuela de Alcalá. A los 15 años fue a Caracas a estudiar ingeniería militar. Allí se ve envuelto en la revolución y muy pronto actúa junto a Bolívar, acompañándolo cuando éste va a la Nueva Granada (actual Colombia), involucrados ambos en la tarea libertaria. Venció en Pichincha (Ecuador) y Ayacucho (Perú), batallas que fueron definitivas para la consolidación de las nuevas naciones americanas. Fue presidente de Bolivia (1826-1828).

El 26 de mayo de 1826 e1 congreso encargó el mando de la nación al general Sucre, quien lo venía ejerciendo por delegación de Bolívar, En junio llegó la disposición del congreso peruano aceptando la independencia de Bolivia y la constitución vitalicia fue aprobada, con muy pocas modificaciones, en noviembre de 1826. Las modificaciones se referían a la religión. De acuerdo a la tradición y a los sentimientos de la mayoría, se adoptó para la república la religión católica con exclusión del culto público para cualquier otra.

En agosto de 1825 Bolívar había cruzado el Desaguadero, las poblaciones en masa salían a recibirlo. El Libertador se dirigió a La Paz y de allí a Potosí donde cumplió su promesa de subir al cerro para enarbolar en él la bandera de la libertad. Así recordaba la promesa hecha en el monte Aventino de Roma de libertar América.

El día 10 de agosto de 1825, después de firmada el Acta de Independencia, el congreso aprobó una ley de reconocimiento a los generales Bolívar y Sucre. En homenaje al Libertador el nuevo estado llevaría el nombre de “República de Bolívar” y su capital (hasta entonces llamada La Plata) recibiría el nombre de Sucre; el poder supremo correspondería a Bolívar, en tanto permaneciera en el país, con el nombre de “Protector”. Se ordenaba levantar estatuas ecuestres en todas las capitales de departamento y la colocación de sus retratos en tribunales, cabildos y casas de enseñanza.

De acuerdo a lo establecido por Sucre se eligieron los representantes para la asamblea que tuvo lugar en Chuquisaca al 10 de julio de 1825; ésta fue presidida por el chuquisaqueño José Mariano Serrano que se había destacado en el congreso de Tucumán de 1816. El presbítero José María Mendizábal, natural de Jujuy, fue elegido vicepresidente.

Casimiro Olañeta llegó al Desaguadero el 3 de febrero de 1825 donde ya estaba el mariscal Antonio José de Sucre, procedente de Cuzco. Ambos cabalgaron lado a lado rumbo a la ciudad de La Paz donde, el 9 de febrero, se promulgó el decreto en el que se basó la independencia de Bolivia. La parte considerativa del decreto dice:

Que al pasar el Desaguadero el Ejército Libertador ha tenido el solo objeto de redimir las provincias del Alto Perú de la opresión española y dejarla en posesión de sus derechos.