El problema de la sucesión presidencial acabó por desmoronar toda la estructura del partido de gobierno. Víctor Paz Estenssoro decidió ir a la reelección, un grave error político. Inmediatamente varios sectores del MNR declararon su oposición.
En un contexto de graves contradicciones económicas, sociales y políticas, la Revolución de 1952 marcó la culminación de un proceso que se había desencadenado en la guerra del Chaco cuando todo el país tuvo que enfrentarse a su fracaso y, sobre todo, pudo reconocerse en el propio campo de batalla en su realidad social y en sus limitaciones estructurales. A partir de entonces los grupos nacionalistas, que germinaron durante la administración de Hernando Siles, tomaron conciencia de la realidad nacional y plantearon soluciones nuevas y radicales. Entre 1932 y 1935 se desarrolló una nueva generación, de la que surgieron importantes partidos políticos progresistas y de izquierda. Estos enfrentaron a las fuerzas políticas surgidas en la época conservadora (1880 - 1930), que tras la guerra mostraban claros signos de agotamiento.
Muchas veces se ha usado en nuestra historia la palabra Revolución para explicar desde un motín cuartelero, hasta un golpe de estado, pasando por un levantamiento masivo violento. Es necesario precisar con claridad que el único momento en el que la palabra Revolución cuadra realmente es en 1952. Las razones son las siguientes: Este proceso representó un desplazamiento de clases a nivel de las decisiones en el seno del gobierno y en el conjunto de la sociedad. La minúscula clase dominante que dirigía el país fue sustituida por una "clase media" (difícilmente definible sociológicamente) que además afectó severamente los intereses de la élite al expropiar las grandes minas y los latifundios. La emergencia campesina en el agro y de trabajadores mineros y fabriles en ciudades y centros mineros a través de organizaciones con poder real, modificó radicalmente los estamentos de poder. Por eso se habla de una Revolución.
La Revolución de 1952 es un hecho fundamental en la historia contemporánea de Bolivia pues cambió el país, al punto que es imposible comprender la Bolivia de hoy sin entender la significación de la Revolución. Por un parte se modificó totalmente la estructura económica. De una economía semifeudal (agricultura) controlada y dependiente de capitales privados de incalculable poder (minería particularmente), se pasó a una economía básicamente controlada por el Estado (más del 70%). Se creó una nueva burguesía que, sin haber logrado estructurarse realmente como clase coherente, intentó industrializar al país. Una gran parte de esa nueva burguesía sin embargo se dedicó a la intermediación financiera y al comercio importador. Se logró una cierta diversificación en la producción económica y una mayor articulación de la geografía nacional. El proceso de desarrollo excepcional del oriente boliviano (Santa Cruz especialmente) es sin duda producto de 1952.
En el campo, la reforma agraria (1953) eliminó el latifundio y determinó el comienzo de un proceso de integración del campesino a la vida nacional. Aunque los errores de aplicación limitaron grandemente los resultados, se cambió la relación de poder entre las clases sociales en el campo.
En lo político se cambiaron las reglas de juego al establecerse el voto universal, que permitió la participación mayoritaria en las elecciones y una nueva composición en la representación social en el parlamento. Obreros y mineros tuvieron una participación directa en las decisiones económicas y políticas del país. Se creó una importante legislación de trabajo y avanzadas leyes sociales.
Finalmente, la cultura recibió un impulso pocas veces visto en épocas anteriores, surgió una fuerte corriente indigenista y nacionalista que desarrolló intenso trabajo en todos los campos. La idea al crear el concepto de un estado nacional poderoso, fue la de establecer una nación unida por una cultura mestiza y uniformada por el idioma castellano. Esta idea se fue modificando como resultado del acceso a la educación y a las decisiones de sectores del mundo aimara y quechua, que propugnaron un criterio de respeto a la diversidad que se fue acentuando al final de la segunda mitad del siglo.
Si bien el proceso de 1952 quedó trunco y se vio envuelto en errores, limitaciones, corrupción y una negativa influencia de posiciones personales; es indudable que tuvo una importancia esencial para el país.