Todas las sublevaciones ocurridas en la ciudad de Oruro tuvieron un carácter especial, pues en ellas los criollos y mestizos se adhieren prontamente a todo levantamiento indígena. Esto preocupo a las autoridades, sobre todo cuando se enteraron de los levantamientos de Túpac Amaru y Túpac Katari. Estos antecedentes, eran graves, sobre todo si se tiene en cuenta el estado económico de esta urbe minera, cuya franca decadencia había creado un clima de descontento y hostilidades.
Los indios volvieron a tomar posiciones y, por consejo de Andrés Túpac Amaru, intentaron el mismo golpe que en Sorata: construir un dique para inundar la ciudad, pero, felizmente para sus habitantes, el dique reventó antes de lo previsto sin causar el daño esperado. No tuvieron los sitiadores tiempo de hacer otro ni madurar un nuevo plan, pues los Virreyes de Lima y Buenos Aires se habían puesto de acuerdo y venían con tropas desde ambas partes a defenderla ciudad. Jáuregui, virrey del Perú, con la política que habían usado los españoles desde la rebelión de Gonzalo Pizarro, y a la vista de las costas amenazadas por los ingleses, publicó un bando de perdón general para todos los rebeldes. El virrey Vértiz no era de esta opinión, pero siguió la misma política: este fue un golpe maestro con el que se desmoralizó a los jefes indígenas que empezaron a tratar su rendición.
Así estaba la situación cuando el general Roseguín, enviado de Buenos aires, llegó a Charcas, derrotando a las huestes de Túpac Catari quien tuvo que replegarse en el Santuario de Peñas; en la batalla fue apresada la mujer del caudillo: Bartolina Sisa, colaboradora de Julián Apaza y también jefe activo de la rebelión.
Túpac Catari fue llamado por los españoles para que se presentase a las autoridades, pero este no se fio de sus promesas al ver que de ningún modo podía obtener la libertad de su mujer. Poco después fue traicionado Por Tomás Inca Luque quien le entrego a los españoles.
Muerte de Túpac Catari
Francisco Tadeo Diez de Medina, comisionado para el efecto, fue inexorable y condenó al caudillo a ser descuartizado en la plaza del pueblo de Peñas (Cajamarca) el mártir indígena Túpac Katari estaba rodeado de los representantes del poder colonial.
La orden fue dada y los caballos partieron a los cuatro puntos cardinales. Su cuerpo descuartizado fue expuesto por todo el territorio de Kollasuyu, como escarmiento a los indios rebeldes: Su cabeza en el cerro de K'ili K'ili (La Paz); la mano derecha en Ayo Ayo, la izquierda en Achacachi; su pierna derecha en Chulumani y la izquierda en Caquiaviri. Más tarde su esposa Bartolina Sisa, moriría estrangulada por los mismos verdugos.