Todas las sublevaciones ocurridas en la ciudad de Oruro tuvieron un carácter especial, pues en ellas los criollos y mestizos se adhieren prontamente a todo levantamiento indígena. Esto preocupo a las autoridades, sobre todo cuando se enteraron de los levantamientos de Túpac Amaru y Túpac Katari. Estos antecedentes, eran graves, sobre todo si se tiene en cuenta el estado económico de esta urbe minera, cuya franca decadencia había creado un clima de descontento y hostilidades.
Nace el pueblo de Ayo Ayo, provincia de Sicasica, pertenecía a la masa indígena y toma su nombre, combinando los de los más grandes caudillos de la rebelión. Apaza era analfabeto y tenía muy poca preparación. A veces lo han tratado de impostor alegando que se había erigido jefe en forma arbitraria y con nombre supuesto; sin embargo, el Presidente de la Audiencia de Charcas, Ignacio Flores, por testimonio de la mujer de Túpac catari, nos dice que el caudillo estuvo dos veces en Tungasuca hablando con Túpac Amaru. Vale decir que las relaciones del caudillo paceño con las del rebelde del Perú fueron directas y tenían la misma orientación.
Julian Apaza es en su carácter más pertinaz y sus decisiones son siempre más feroces que las de los otros caudillos; asimismo, su ambición era muy grande; Túpac Catari. No solo carece de la prudencia de Tomás Catari, sino que su arrojo lo lleva a realizar uno de los actos bélicos más importantes de la rebelión: el sitio de la ciudad de La Paz.
Junto a él está la figura de Bonifacio Chuquimamani, hombre letrado que le asesora. Chuquimamani era oficialmente el encargado de redactar cartas y proclamas, y correr a cargo de los papeles inherentes a la situación.