Nació en La Paz, el 10 de julio de 1925. Tiene publicado hasta el momento 46 libros, todos sobre folklore, antropología cultural y biografías. De su obra BRUJERÍAS, TRADICIONES y LEYENDAS DE BOLIVIA, de la cual escogemos tres leyendas para esta antología, don Roberto Prudencio comenta lo siguiente: "Antonio Paredes Candía sigue la huella de su padre, don Rigoberto Paredes, que fue el primero que con espíritu de sabio y amor de patriota, investigó las fuentes de nuestro folklore.
Sus "Mitos, supersticiones y supervivencias populares de Bolivia" es una fuente de consulta para todo el que desee conocer no sólo las costumbres tradicionales del país, sino la propia índole de nuestro pueblo, cuya alma se expresa en esos mitos y supervivencias. Por lo demás es gracias a este investigador que no se han perdido para la ciencia y la historia leyendas y formas típicas de vida de los diversos pueblos de Bolivia".
"Su hijo Antonio continúa esta amorosa labor con gran fervor y talento. Ha publicado ya dos tomos de estas "Brujerías, Tradiciones y Leyendas" fuera de una "Antología de Tradiciones y, Leyendas Bolivianas", en tres volúmenes y otras varias obras de literatura, y danzas y juegos folklóricos de Bolivia" .
"Pocos son los investigadores serios de nuestro folklore, los que se ocupan, no de tomar lo pintoresco para componer y narrar tradiciones gratas a un lector ocioso sino de contar lo que tiene de singular aquellas tradiciones para comprender la idiosincrasia de los pueblos, ya que estos se expresan en sus leyendas, en sus tradiciones, en sus costumbres vernáculas. El folklore manifiesta el alma misma del pueblo, es el arte popular despersonalizado, pero al mismo tiempo vigoroso de personalidad colectiva".
"En estas tradiciones y leyendas de Antonio Paredes Candía alienta el espíritu de nuestro país, de nuestro Altiplano, de nuestros valles y de nuestras selvas, pues hay también leyendas mojeñas y chiriguanas, como "Papát", "Las manchas de la Luna" y la "Leyendas de tumparenta". Claro que la mayor parte de estas tradiciones, brujerías y leyendas pertenecen al Departamento de La Paz, del que es oriundo su autor. Antonio Paredes ama a su tierra, sobre todo a la gente sencilla, campesina, poblana, que para él es la auténtica. Mira, en cambio, con prevención las costumbres burguesas, las de nuestra civilizada sociedad. Las encuentra falsas, cursis, inauténticas. No tiene para ellas diatriba, sino burla. Cuando habla del cohecho, de la medalla presidencial o del retrato del presidente Córdoba, hace gala de toda su socarronería, de toda la causticidad de su espíritu burlesco. Aparenta despego de una clase social que la juzga artificial, pero no puede ocultar la aversión y la malquerencia que le inspira. La combate, no con las vulgares armas de la invectiva y de la injuria, sino con la azucarada mofa de su ingenio fisgón".
"Antonio Paredes Candía se enorgullece de no haber pertenecido a ningún partido ni de haber ocupádose nunca de política. Es realmente una gran virtud en un escritor boliviano no haber sido tentado a incursionar en esos movedizos terrenos, porque en Bolivia la política se extiende sobre todo y sobre todos, como una mancha de tinta en papel secante. Pero quizás nuestro autor se marginó de la política, no tanto por verdadero despego de ella, cuanto porque la política ha estado siempre en manos de una clase que le es desafecta. Sea la razón de la que fuere, debemos aplaudirle. La izquierda ha perdido un combatiente, pero la literatura ha ganado un escritor. No por esto, Antonio Paredes Candia se muestra menos rebelde ante un mundo social al que se siente ajeno, y ante un mundo político en verdad tan plagado de vicios, de pequeñeces, de mendacidad y de torvo egoísmo que ha tenido toda la razón de mantenerse alejado de él".
"Los libros de Antonio Paredes Candia se leen con placer. No son obras de erudición ni de ciencia. Aunque él, como lo hacía su padre, don Rigoberto Paredes, investiga y procura ir a las fuentes del folklore, sus obras son las de un literato que se complace en escribir, sino con corrección, por lo menos con agudeza y con gracejo. Don Rigoberto era más sabio, pero Antonio es más escritor. Quizás no le importan mucho la verdad y precisión históricas; lo que busca es la nota característica de un hecho, de una situación, de un pueblo. Pero a sus rebuscas y a sus hallazgos, les añade siempre algo de su cosecha: un comentario marginal lleno de picardía, una glosa burlesca, una apostilla irónica. Hay siempre un tono sarcástico en sus tradiciones, sobre todo si ellas se refieren al mundo burgués. Sus leyendas son más piadosas, ya que ella se remontan, casi siempre, a épocas precolombinas, por las que el autor muestra invariable afecto. Lo autóctono, lo terrígeno es lo que toca a sus cuerdas sensibles y hasta lo conmueve. Por eso sus leyendas tienen un aire ingenuo, y aun poético, aunque, a veces, aflora su espíritu burlón. Antonio Paredes Candia aparenta tener un espíritu escéptico y reírse de todo, pero en el fondo no es así. Él se resiste a creer en los convencional, artificioso y falsificado, pero cree en su pueblo, en el alma de su tierra y en el genio ancestral de su cultura. Por eso ama el folklore las costumbres sencillas y espontáneas, el arte popular que es como una floración del paisaje, más naturaleza que espíritu. Ama a la raza autóctona y a los idiomas nativos en los que se cuentan esas leyendas que él vierte al castellano. A pesar de su estilo burlón, y a veces mordaz, estas "brujerías, Tradiciones y Leyendas" están escritas por un hombre que cree en su pueblo y que espera en él".