Alberto Ostria Gutiérrez

Don Alberto Óstría Gutiérrez, internacionalista y literato, nació en la ciudad de Sucre, el 7 de febrero de 1897, y murió en la ciudad de Santiago de Chile, el 24 de agosto de 1967.

La obra de Ostria, marcadamente se halla dividida en dos grupos: el de carácter político combativo y el literario. Empezó su carrera de escritor con un folleto: EL ESTADO DE SITIO, y al final de su vida, su última publicación fue un libro de análisis político de un periodo polémico de la realidad boliviana, traducido al inglés con el título THE TRAGEDY OF BOLIVIA, condensación de su célebre: UN PUEBLO EN LA CRUZ; publicada en Chile el año 1956, cuando Bolivia estaba gobernada por el Partido del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR).

Después de revisar los trabajos de este escritor, se llega al convencimiento que el político y diplomático Ostria Gutiérrez, fue el enterrador del literato Ostria Gutiérrez. Es lamentable.

Quien se acuerda de EL TRAJE DE ARLEQUÍN (La Paz—.1921), escrito en colaboración con Adolfo Costa du Reís; o de ROSARIO DE LEYENDAS (Madrid—1924), presentada por el grande Alfonso Reyes; o de LA CASA DE LA ABUELA (Madrid 1924), todas obras literarias que sin mengua alguna pueden ostentar el título de excelente literatura boliviana. Seguramente pocos en la actualidad han hojeado estos libros. Pero sí, todos conocemos y hemos leído, hasta con fruición, UNA REVOLUCIÓN TRAS LOS ANDRÉS (Santiago de Chile—1944), o UN PUEBLO EN LA CRUZ (Santiago de Chile —1944), o UN PUEBLO EN LA CRUZ (Santiago de Chile—1956), libros combativos de un escritor político que no transigía con los cambios que se procesaba en un país ávido de nuevos esquemas gubernamentales que le salvaran del subdesarrollo y que estuvieran acordes con el tiempo. Ostria Gutiérrez se vale de este libro para criticar duramente ciertos métodos que lamentablemente ya son tradicionales en nuestro sistema de gobierno de ayer y de hoy, el que siempre ha tenido la etiqueta de democracia y nunca ha sido menos que una oligarquía; de despotismo inhumano y aterrador. Sistema en el que Ostria Gutiérrez fue tentado y participo muchas veces... Pero hoy, más que el político, nos interesa el escritor, y en especial un libro de él: ROSARIO DE LEYENDAS, por el que Ostria gana el título de tradicionista boliviano, y tradicionista en letras mayúsculas.

ROSARIO DE LEYENDAS, colección de tradiciones que el mismo Ostria asevera haber escuchado en su infancia a sirvientes y gentes del pueblo, es un libro que se deja leer en atingencia al buen gusto con que está escrito, a la honda ternura que infunden algunos de sus temas. Es libro digno de estar en toda biblioteca boliviana. Está dividido en seis partes: El Descubrimiento; El Imperio de los Incas; La Conquista; El Coloniaje; La Independencia y la República.

Ostria Gutiérrez abre el libro con el tema del descubrimiento de América. Se refiere a las vicisitudes que tuvo que sufrir Cristóbal Colón antes de encontrar el auspiciador de su gran empresa. Pero no es el tema el que llama la atención sino la posición social y racial que toma el autor con referencia a este hecho histórico; que sin duda fue un pretexto al escritor Ostria Gutiérrez para comunicar su opinión sobre dos pueblos, dos naciones, dos razas, dos sistemas, tan opuestos, tan diferentes, como eran en aquel tiempo: España y el Tahuantinsuyo, el español y el nativo de américa. Para el Ostria de ese libro, España es la representación del mal y la América el principio contrapuesto. Es lo que trasluce la tradición comentada.

Cuando describe nuestra tierra en la tradición EL MENDIGO DE LAS BARBAS DE ORO, dice: "Mostrábase generosa la tierra, la Madre común. Fructificaban aun los árboles añosos. En las montañas y los valles reventaban las flores más diversas. Pacían en gran número los ganados"; qué era España para Ostria?: "una tierra cargada de años, roída por la vida y por la muerte". Con suma sinceridad (es lo que creemos), describe al indio y su sociedad: "Eran felices los habitantes de aquella tierra. Los hombres se amaban los unos a los otros. No sé" conocía la envidia, ni el orgullo, ni la ambición"; y al describir al español: "abrumados de tedio —dice Ostria— y de amargura, eran allí los hombres enemigos de los hombres. Y vivían llorando casi siempre las mujeres".

Esta bella tradición termina acusando al conquistador. A la llegada de ellos en estas tierras germinó la desgracia del nativo, la esclavitud, la pérdida de sus bienes y de su libertad. "Desde entonces —escribe Ostria Gutiérrez— la felicidad murió en aquella tierra tan feliz..". Es indudable que 'en aquel tiempo, Ostria Gutiérrez se sentía más quechua que español...

La segunda parte, la más extensa del libro, en su integridad consigna leyendas referentes a la prehistoria boliviana. Comienza con LOS HIJOS DEL SOL Y DE LA LUNA, que se refiere a la fundación del Imperio Incásico por los kollas Mallku Kapac y Mama Okllu. La sencillez del tema se hermana con el trato poético que le da Ostria, a más de subrayar la simpatía con que reme mora las cosas que recogieron de este periodo los cronistas españoles. Todos los temas incaicos están narrados en el mismo ritmo y con igual aprecio, pese a que en algunas leyendas, se deslizan errores de información; por ejemplo en RUCAMANI, tema de la cultura inca, escribe: "Un instante después sonó como un latigazo el primer beso. Rucamani no acertó ni a gritar"; y es bien sabido que tal costumbre demostrativa de amor, propia de occidente, era desconocida de los nativos. "El indio nunca besa a su enamorada; —escribe Rigoberto Paredes— el beso, como manifestación de amor es desconocido en esta raza. Lo que hace en los momentos de cariñosa intimidad es agarrarla de las sienes con la palma de las manos y frotarla con su barbilla la frente, causándole con este halago, llamado MUSURAÑA, una placentera sensación de voluptuosidad. La joven, cuando más quiere a su galán a menudo le presenta su frente para recibir tal caricia". O en LA LOCURA DE SAN BARTOLOMÉ, leyenda ingenua, sin la calidad de las otras, como elemento decorativo del tema, al narrar un escenario dice: "Unas cuantas cabras rumiaban lentamente", dato anacrónico porque los caprinos fueron importados por los conquista-dores; otros errores por el estilo se encuentran en la leyenda EL SEÑOR DE LA CORDILLERA, pero, indudablemente, no le quitan valor a las magníficas piezas literarias comentadas.

Aparte de las observaciones anotadas, insignificantes en relación con todo el libro, se observa que Ostria, muy joven todavía en aquellos años, ya manejaba con suma habilidad sus instrumentos de escritor. Tiene buen gusto y tacto aun para narrar lo insignificante o los hechos horripilantes. Las escenas macabras las suaviza con buena literatura y hasta las embellece, tal ocurre en el transcurso y el final de la leyenda RUCAMANI; o en CUSI-COILLOR,   leyenda que peca de ingenua en su concepción, pero narrada con profunda ternura, un tanto recargada de sentimentalismo.

Ostria, los temas escuchados en labios indígenas se propuso incorporarlos a la literatura nacional con un nuevo ropaje, elegante, sin adornos recargados; por ello que a momento la prosa de Ostria nos parezca un hilillo de agua cristalina que corre delicadamente por la grama.

La tercera parte de su libro, subtitula LA CONQUISTA, y componen tres temas: EL MILAGRO DE LA CRUZ, en que irónicamente relieva la valentía y la audacia españolas, en la actitud de un protagonista de origen griego, como fue aquel don Pedro de Candía. LA VENGANZA DE TUMIÑAWI, tradición cuyo párrafo final da vigor a una narración simple de tema y tratamiento literario modesto. Y la tradición última YURAC AMANCAY, es referente al origen de una flor nativa parecida a la azucena.

En el grupo de tradiciones dedicadas al periodo de la conquista de estas tierras por el español, Ostria también trata al indio con estimación. Sugestivamente, en LA VENGANZA DE RUMIÑAWI asevera: "Atahuallpa fue asesinado por sus verdugos"; trasuntando simpatía por la raza injustamente esclavizada.

Este libro, Ostria dividió en periodos históricos, presumiblemente con la finalidad de caracterizar a cada uno, y ciertamente lo consiguió, porque la ambientación de cada época es acertada tanto por los temas escogidos como por la singularidad con que dibuja a sus personajes.

El capítulo de EL COLONIAJE contiene tres tradiciones: EL CERRO KOLQUE GUACAJ, que trata del descubrimiento de la plata en el cerro de Potosí. El personaje es el indio Gualpa (otros tradicionistas escriben Huallpa) y es tratado con ternura, identificándose el autor con la tragedia que vivió el nativo en aquella época. Escribe Ostria como si fuera uno de ellos, como si perteneciera a la raza sojuzgada, con ese sentimiento, con ese sentido de defensa de lo indio. Describe el paisaje altiplánico con propiedad. "La Altiplanicie — dice—, en cambio era árida, parda, sin el consuelo de un árbol, y sobre la costa de la tierra seca sólo crecía la paja brava que, azotada a todas horas por el viento, no dejaba de quejarse jamás...". En esta tradición Ostria es el novelista, el creador, alrededor del tema del descubrimiento de Potosí, inventa una historia fantástica, mejor diríamos: candorosa...

POR EL HONOR, es la historia de dos ricos y nobles castellanos que llegan a las Indias en busca del olvido a la amargura de su viudez, y solo encuentran la tragedia en sus vidas. La tradición es bella; algún otro tradicionista también tomó el tema para sí, pero ninguno como Ostria le dio tanta perfección narrativa.

Y termina el capítulo con EL CRISTO DE LA BUENA ESPERANZA, que no es una tradición sino un relato literario, para el que toma de motivo los acontecimientos históricos del 25 de mayo de 1809.

El último capítulo subtitula LA INDEPENDENCIA y dedica a este periodo histórico dos tradiciones LAS HEROÍNAS DE LAS REPUBLIQUETAS, sucinta biografía de la Coronela Juana Azurduy de Padilla, en la que el escritor hace resaltar las injusticias que sufrió la heroína, moneda con que pagan los pueblos a sus grandes ciudadanos; y RUMIHUACACHI, tradición de antología. Pensamos que de todo el contexto del libro, en el que inserta también una tradición del primer tiempo de la república, titulada SOR ANA MARÍA, referente a la violación de un claustro de monas por un oficial del Mariscal de Ayacucho, RUMIHUACACHI es la tradición más representativa, de hondo concepto humanista, crece en importancia dentro del libro por su ternura desbordante. El tema es sencillo y aleccionador.

Ostria, en esta narración es el joven escritor rebelde, el que todavía de la vida no adoptó la cautela, y con sinceridad plena se atreve a decir su verdad y denuncia una injusta de lesa humanidad. En esta tradición es pintado el español tal cual fue en ese tiempo: cruel, bestial, sórdido. Sin ápice de humanidad con la raza a la que había explotado más de tres siglos y esclavizado a nombre de su Dios y de su Rey.

El personaje es una mujer: la india, que en este caso por su mansedumbre y estoicismo, simboliza a toda una raza, cuya tragedia pudo haber hecho llorar a las propias piedras, pero no a los verdugos. Estamos seguros, que más tarde, esta página de la literatura boliviana, hará sollozar a sus lectores. No conocemos otra en la producción nacional, tan plena de amor por el indio, tan solidaria con la tragedia de esta raza, y tan sencilla y bella en estilo y concepción, como la tradición RUMIHUACACHI.

Este es el Ostria tradicionista, que alejado de la política paisana, habría sido uno de los grandes literatos bolivianos.

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