Origen del río amazonas

Hace muchísimos años había muy poca agua en la selva, pues todavía no existían ríos, ni arroyos ni lagunas y apenas llovía.

Por aquel entonces, vivían en la Selva dos hermanos mellizos con sus abuelos. El único que sabía de dónde extraer el agua era el abuelo, pero a nadie se lo decía. Todas las mañanas, el abuelo dejaba unos porongos llenos de agua lejos de la casa. Y los mellizos tenían que cargarla hasta su casa para que la abuela pudiera cocinar. Pero un día, cansados de cargar el agua, los mellizos decidieron averiguar de dónde la sacaba. Uno de los hermanos se convirtió en picaflor y siguió al abuelo cuando se fue a bañar. Vio entonces que un gran chorro de agua salía de un árbol muy frondoso llamado lupuna. ¡Por fin habían descubierto el secreto del abuelo!

Entonces los hermanos reunieron a todos los animales roedores, como ardillas, conejos, ratones, etc., y a todas las aves picamaderas, como los pájaros carpinteros, para que los ayudaran a cortar el árbol. Todos aceptaron y después de un día de trabajo, cuando faltaba muy poco para que la lupuna cayese a tierra, decidieron ir a descansar. Pero a la mañana siguiente encontraron al árbol sano y entero. Y, al segundo día, sucedió lo mismo. El árbol siempre parecía entero al amanecer, como si no hubiesen hecho nada. Entonces, cuando otra vez el árbol estaba casi talado, uno de los hermanos se convirtió en alacrán y mordió al abuelo en el dedo gordo del pie.

El inmenso árbol cayó al suelo y toda la selva retumbó. El agua empezó a brotar en grandes cantidades y el tronco del árbol se convirtió en un gran río.

Sus numerosas ramas se transformaron en afluentes, quebradas y riachuelos. Las hojas y las espinas se convirtieron en diferentes peces que actualmente viven en los ríos de la Selva. Y así se dice que nació el río más caudaloso del mundo, y también el más largo después del Missisippi y el Nílo. Nos referimos al gran río Amazonas.

Mito amazónico

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Hace mucho, muchísimo tiempo, el cielo estaba tan cerca de la Tierra que de vez en cuando chocaba con ella matando a muchos hombres.

En uno de los pueblos chimanes, vivía una mujer pobre y solitaria. Pasaba hambre ya que no tenía a nadie quien le ayudara en su chaco o en cualquier trabajo para conseguir alimento.

Luis D. Leigue Castedo

En una especie de bambú, muy resistente que ocupan en la factura de flechas-puñales -huí quirám- y cuentan que es la transformación de un hombre sanguinario y brutal que se comía a sus mujeres, por lo cual, cada vez desaparecían y él astutamente las reemplazaba con otras.

Descubiertas sus acciones, cundió el terror por toda la comarca, por el cual no pudiendo detenerlo le aislaron en las inmensas profundidades de la selva impenetrable obligándole a perseguir a las mujeres, por la fuerza, en aguadas y caminos.

Liliana de la Quintana

Podemos conocer mejor a los sirionó si conocemos los mitos que los ancianos y las ancianas cuentan, alrededor del fuego.

Cuando reinaba la soledad y sólo había agua, vivía en el mundo un ser fantástico de nombre Nyasi. Rodeado de una luz intensa al caminar lo alumbraba todo. Era un ererékwa o gran jefe y un excelente cazador que siempre tenía a mano su arco y sus flechas.

Mario Montano Aragón

Un hombre salió a cazar porque les apuraba el hambre a él y su familia. Estuvo vagando mucho tiempo en el monte sin hallar pieza alguna de las que acostumbraba atrapar; se aproximó al río y tampoco tuvo suerte con la pesca.

El sol había caído bastante, motivo por el que tuvo que emprender el regreso; volvía triste porque estaba con las manos vacías.

Antonio Carvallo Urey

Los árboles semejan náufragos agitando sus follajes desesperadamente en un vaivén interminable como que-riendo asirse del horizonte que ahora está oscuro, cubierto con nubes renegridas, gigantes capullos teñidos que avanzan incontenibles, regando la tierra con gotas de lluvia, sacudidas por el viento sur y zigzagueando azotan en el suelo ya cubierto de agua.

Gilfredo Cortés Candía

Allí estaba la imagen en su santuario blanco, lleno siempre de flores nuevas y cogollos tiernos, perdida entre los pliegues de encajes vaporosos como jirones de niebla.