Luis D. Leigue Castedo
Fueron dos hermanos, menor el primero y mayor el segundo, que vivían en armonía, gobernando un pueblo que existió en la banda del Río Azul o Izí cacóm, por el camino viejo a San Joaquín -maram panavó- y en el monté Achíquitu cu mí.
Cáni cáni tenía como mujer a Chi muín y la mujer de Chi chi cát se llamaba No to vá.
Estos jefes sólo se ocupaban en los arreglos de las casas y viviendas y en la fabricación de plumajes, carapacanes y flechas a cuál más pintorescas y novedosas, y el resto de la población, en todos los demás trabajos de fuera de la casa.
Un día No to vá, amaneció de mal humor y arrojó al suelo las armas de su marido Chi chi cát, ofendiéndole con palabras y ademanes. Para demostrarle que era valiente, el marido recogió sus armas y, sin hablar palabra, se metió al monte; tras él siguieron varios hombres y también su hermano Cáni Cáni, quienes muy tarde, en la noche, le dieron alcance en una pascana.
Al día siguiente los hombres que oficiaban de obreros se repartieron en cacería, y los hermanos se aproximaron al Río Mamoré -Namá chorao-, que es la que actualmente ocupa la barraca Warnes. Allí encuentran civilizados llamados Cara fó- a quienes matan, pero uno de ellos llega a escapar salvándose de la muerte, pero al poco tiempo vuelve con otros armados de fusiles y se traba una lucha sangrienta en la que mueren los dos hermanos.
Los cazadores, al ruido de las armas de fuego, vuelven y encuentran el monte lleno de cadáveres de ambos bandos y muertos a sus jefes Can Cáni y Chi Chi Cát, cuyos despojos conducen hasta las viviendas caminando un día y una noche.
Enfurecidos, recriminan a No to vá como causante de la tragedia y entre todos la flechan, la destrozan y riegan sus miembros en el monte para pasto de los buitres. Chi muín llora la muerte de su marido cinco años, y entre todos la reconocieron y dieron la autoridad del mando; murió de vieja, con los cabellos blancos y aún tenía en las mejillas el fóma muí, o sean las huellas o señales del duelo.
El Itenez Salvaje