El profundo afecto que este pueblo profesa a su "mamita" de Urk'upiña tiene su bellísima explicación.
Cuando Quillacollo, era apenas un pueblito pequeño, mucho menor que Tapacari, Tiquipaya y el Paso, una niña pastorcita de minúsculo rebaño se pasaba días y más días pastando sus ovejas al pie de un promontorio del cerro llamado "El Calvario" frente al rancherío de Cota. Cuando un día se dirigió hacia ella una hermosa dama con un niño en su regazo. Así pasaba las horas ella conversando con la Señora, no una sino muchas veces.