leyendas cochabamba

Inkawakana

Jesús Lara

A poco más de un tiro de arcabuz de Sipe Sipe encontramos un peñón de gigantescas dimensiones. Esta obra sublime de la naturaleza, presenta contornos muy irregulares, como labrados por la mano del hombre que hacen pensar en un palacio incrustado en la masa de la montaña.

Historia tradicional de doña Inés de Taboada

Eufronio Viscarra

En esos memorables tiempos de ruidosas fiestas y de devoción sin límites, vivió en Mizque doña Inés de Taboada cuya singular historia la relataremos enseguida.

El Árbol Funerario

Rene Valentín Delgadillo Duran

El grupo de personas vestidas de negro anda compungida y aprisa por el camino al declinar el sol. Falta poco para llegar al cementerio. Llevan en ataúd al difunto, rememorando sus bondades, los buenos ejemplos que dio y las múltiples anécdotas de su cotidiana vida, su esposa y sus pequeños hijos están confundidos por el dolor y la impotencia de los últimos momentos de no poder asistirlo adecuadamente.

El muerto, el diablo y el velador

Eufronio Viscarra

Era doña Inés, una aristocrática y garrida moza, que, allá, en las postrimerías de siglo XVII, frisaba en los 25 años, y se sabe que nadie en la orgullosa ciudad se le igualó en hermosura. Su carita sonrosada era algo como una bendición y su talle gentil y donairoso tenía de palma en primavera.

Amén de su belleza, poseía doña Inés por juro de heredad, valiosas tierras que le producían veinte mil pesos al año.

El cuento del diablo

Mercedes Anaya de Urquidi

Colgada de la rugosa mano de mi abuela, pasaba un día por la calle "Argentina", cuando como despertada de un letargo, por un fuerte recuerdo, me dijo señalando con el índice:

—      Esta es la casa de donde el Diablo se llevó a un avaro, en alma y cuerpo.

El alma bendita de Altamachi

Miguel Ángel Kippez Aneiva

Hacia el año de 1909 el pueblito de Altamachi se vio amenazado por una rarísima aparición. Era un ser interesante, el peor de aquellos tiempos, se decía ser alma en pena o alma bendita que iba purgando sus culpas en este mundo. La gente lo tenía como al K'arisiri.

Cochala Burrutiñi

Desde tiempos antiguos los cliceños se caracterizaron por ser grandes comerciantes, pero a la vez tenían el mal hábito de ocultar cosas ajenas. Se afirma que fueron los primeros en llevar chicha y cereales a los demás departamentos. Esa actividad permitió a los cliceños a tener mucha audacia.

He aquí un relato de sus picardías:

La larga jornada había agotado las fuerzas de Celestino, que junto a su recua de burros, traslada su mercadería de Oruro al valle cochabambino.

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El profundo afecto que este pueblo profesa a su "mamita" de Urk'upiña tiene su bellísima explicación.

Cuando Quillacollo, era apenas un pueblito pequeño, mucho menor que Tapacari, Tiquipaya y el Paso, una niña pastorcita de minúsculo rebaño se pasaba días y más días pastando sus ovejas al pie de un promontorio del cerro llamado "El Calvario" frente al rancherío de Cota. Cuando un día se dirigió hacia ella una hermosa dama con un niño en su regazo. Así pasaba las horas ella conversando con la Señora, no una sino muchas veces.

Aún niño, Max, había escuchado a sus padres y abuelos relatos de grandes fortunas en tapados encontrados en la ciudad colonial de Potosí, y ese hecho despertó en él un vivo deseo de encontrar uno en algunas casas viejas de la ciudad.

Frente a su casa en la esquina de las calles General Achá y Ayacucho, se levantaba una antigua casona que sé dice pertenecía a una familia alemana de apellido Barber cuyo jefe de familia era comerciante y realizaba frecuentes viajes de Puerto Villarroel a Trinidad con una pequeña embarcación que poseía, en esos tiempos de la fiebre del caucho.

En Valle Hermoso una de las tradiciones religioso -paganas más conocidas a nivel nacional es la de Santa Vera Cruz que se cumple cada tres de mayo de todos los años, y es una de las fiestas más típicas en Cochabamba.

La capilla actualmente se encuentra a ocho kilómetros de la capital del departamento, en Valle Hermoso, siendo la tercera que se ha verificado en veneración del crucifijo; pues las dos primeras se encontraban en la misma región, pero en la que construyeron hace mucho tiempo atrás.

Mercedes Anaya de Urquidi

Don Crispín, era un hombre afortunado, prestamista de talla. Todos los negociantes necesitados, recurrían a sus arcas hipotecando sus propiedades y joyas con intereses exorbitantes que luego se capitalizaban y al final de cuenta, resultaban escasas las propiedades hipotecadas, para el pago de sus deudas, pues don Crispín no era de los que perdonaba un cobre.

A esta andar el avaro se hizo riquísimo, dueño de inmensas fincas y muchas casas, fuera de joyas empeñadas y dinero hasta para enterrarlo.

La alegría reina en la fiesta, es el matrimonio de su mejor amigo y era su deber acompañarle y desearle las congratulaciones consabidas.

Junto a un grupo de amigos, Remberto, departe amigablemente al calor de la bebida, aquellos años mozos cuando niños solían deambular por todas las campiñas de Tarata, en son de "mack'unquear" las sabrosas frutas aún frescas que colgaban de las huertas de toda la región.

A una distancia de quince kilómetros de la localidad de Punata se encuentra la comunidad de K'uchu Muela lugar donde se encuentra el milagroso niño de Sik'imira, patrono de esta región.

Cuenta la leyenda que dos niños que vivían transitoriamente en la localidad de Tacachi, población cercana a K'uchu Muela ayudaban a sus padres en la cosecha de algunos terrenos trabajando incesantemente desde tempranas horas hasta muy cerrada la tarde con el fin de cumplir su cosecha.

Luego del apresamiento del Inca Atahuallpa por parte de los españoles y con esperanza de su libertad, éste instruyó a sus vasallos recolectar todo objeto de valor que había en todo el imperio, sin embargo, en forma secreta dio la orden de custodiar el más valioso objeto que se encontraba en el valle de k'ochapampa.

En una de las visitas de los súbditos más fieles al Inca en su prisión, éste en tono de preocupación le dice:

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