Cochala Burrutiñi

Desde tiempos antiguos los cliceños se caracterizaron por ser grandes comerciantes, pero a la vez tenían el mal hábito de ocultar cosas ajenas. Se afirma que fueron los primeros en llevar chicha y cereales a los demás departamentos. Esa actividad permitió a los cliceños a tener mucha audacia.

He aquí un relato de sus picardías:

La larga jornada había agotado las fuerzas de Celestino, que junto a su recua de burros, traslada su mercadería de Oruro al valle cochabambino.

— Ya pronto anochecerá, debo apurar el paso para llegar a lo de mi compadre Juan que vive en Cliza estoy seguro me acogerá. Se dice, mientras espolea con una rama verde a modo de látigo a sus animales cuya agitación y jadeo muestran signos de cansancio, sin embargo, callados y silenciosos avanzan por el sinuoso sendero.

Un espeso sembradío de maizales le da una señal de que está en rumbo seguro, enfila su caravana por el estrecho paso que conduce a una humilde vivienda.

Los ladridos del perro de la casa, anuncian la llegada del forastero, quien entreabriendo la pequeña verja que sirve de puerta y con voz suave y melodiosa hace un llamado al dueño de casa.

Instantes después, sale el compadre Juan quien le recibe afectuosamente y le invita arrear a los burros del viajero a una especie de canchón con el fin de darles un poco de alfalfa.

— Habías tenido lindos y buenos burros, -le dice sardónica-mente mientras ojea a los animales.

— Así es compadre, y con lo que cuestan -responde Celestino a tiempo de apear su equipaje en un rincón de la vivienda.

— Vamos compadre, te invitaré unas chichitas para levantar el ánimo, pues tu viaje ha debido de ser muy largo y cansador. — Vuelve a rezongar Juan, en tanto trae un balde de este líquido elemento.

Momentos después viajero y compadre departen sendas tutumas de chicha hasta que el forastero por el ajetreo del día se queda completamente dormido.

Juan ambicioso, mira con detenimiento a los animales y trama un ardid para aprovecharse del momento, escoge el mejor de ellos llevándolo a un lugar alejado y oculto, donde a través de pinturas vegetales lograr cambiarle el color del animal.

Al día siguiente el viajero al percatarse de la pérdida de su mejor burro no cesa de lamentarse buscando por toda la comunidad, sin poder dar con el animal, éste se había esfumado.

Muy acongojado por la pérdida de su asno, Celestino busca la manera de reemplazarlo en la feria del domingo, antes de embarcarse a su lugar de origen.

Es la feria popular del pueblo donde acuden comerciantes de todos los lugares aledaños de la comunidad, así como ávidos mercaderes de la ciudad, por lo que en esta se puede encontrar de todo. Celestino luego de aprovisionarse de lo elemental para su viaje de retorno, se aproxima al sector de la venta de ganado y animales de carga.

Allí estaba un hermoso y bello asno, parecido a su preferido si no fuera por el color. Al acercársele, el animal emite un rebuzno como si le reconociera, pero al instante el vendedor, hombre viejo y ladino que sabe de su trabajo, le ofrece el ejemplar en un precio verdaderamente elevado. Luego de varias ofertas y contraofertas, se pacta la venta del animal.

Viendo completo su caravana de animales, Celestino emprende su retorno a Oruro, sin embargo, el día se pone extremadamente lluvioso. Preocupado el viajero, arrea a sus animales a un lugar seguro y espera pacientemente que cese la intensa lluvia. A poco tiempo el sol deja entrever sus rayos y con ello amaina el temporal.

Celestino se llega al lugar donde dejó a sus animales y los vuelve a contar por el miedo a que se haya perdido alguno. Pero al mirar fijamente a uno de ellos, justamente al que compró en la feria del domingo, descubre que una capa de pintura se desliza sobre su cuerpo dejando entrever el verdadero color del animal.

No puede creer lo que ve, inmediatamente se provee de agua del río cercano y bañándolo descubre que es nada menos el que se perdió en la casa de su compadre.

Una idea le recorre la mente y es que su compadre le había robado el animal para venderlo luego pintándolo de otro color. Molesto y dispuesto a rendir cuentas se dirige a la casa de su compadre, sin embargo, éste se había marchado a otra comunidad y nadie sabía de él.

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