Aún niño, Max, había escuchado a sus padres y abuelos relatos de grandes fortunas en tapados encontrados en la ciudad colonial de Potosí, y ese hecho despertó en él un vivo deseo de encontrar uno en algunas casas viejas de la ciudad.
Frente a su casa en la esquina de las calles General Achá y Ayacucho, se levantaba una antigua casona que sé dice pertenecía a una familia alemana de apellido Barber cuyo jefe de familia era comerciante y realizaba frecuentes viajes de Puerto Villarroel a Trinidad con una pequeña embarcación que poseía, en esos tiempos de la fiebre del caucho.