Siguiendo corrientes del pensamiento contemporáneo, emprendemos la tarea de encontrar el sitio del derecho en la realidad, proteica e inconmensurable, que nos circunda y de la que somos parte.
Comenzamos por una cuestión fundamental: los objetos son heterogéneos, tienen contextura diversa y componentes distintos.
Cuando hay en el ser real, es decir, los objetos, que “son” efectivamente, con existencia perceptible e individualidad neta y acabada -no meras abstracciones o ensoñaciones-, constituyen la realidad. Esta aparece en cuatro estratos relacionados entre sí.
1) Lo inorgánico. No puede negarse que hay cuerpos inanimados que tienen mera existencia física y cuya duración -temporalidad- se apoya en la inercia de la materia. Es la amplia escala de coas tangibles, rocas minerales, agua, gases, aire, etc. Tenemos, pues, como primer estrato a la:
Materia: La materia inorgánica es la base sobre la que se erige el resto de la realidad.
2) Lo orgánico (vida vegetativa). Asimismo, es patente la realidad dos seres vivos de la naturaleza, cuyas especies perduran, por sobre la muerte de sus individuos, mediante la reproducción. Perece el individuo, subsiste la especie. Esta segunda capa se asienta en la anterior en cuanto a la consistencia material de sus entes, sin embargo, sustenta algo enteramente nuevo, el fenómeno de la vida. Su fórmula
Materia + Vida = Vida Vegetativa
Expresión escueta de esta relación es el vegetal.
La vida implica cualidades específicas: a) ciclo vital: nacer, crecer, reproducirse y morir; b) autorregulación: el propio organismo se desarrolla, se forma y regula sus funciones desde dentro, merced a una fuerza interna y activa; en la semilla está predeterminada a la planta; c) Intercambio de sustancias en el interior del organismo y con su medio ambiente (respiración, alimentación y su metabolismo); d) estructura, ida una de las partes del ser viviente es diferente a las demás y está interrelacionada funcionalmente con el resto, aislada carece por completo de significación: En el árbol no son iguales raíz, tronco, ramas, hojas, flores y frutos; y, sin embargo, conforman un ser orgánico y viviente.
3) Lo psíquico (vida animada). El animal se distingue de la planta por muchas cualidades. Siente estados internos: dolor, placer, hambre, frío, calor, etc.; se esfuerza por obtener cuanto necesita en alimento y abrigo: acecha y atrapa a su presa, se cobija ante las inclemencias del tiempo; elude el peligro, huye o se defiende cuando es acosado; busca un consorte para procrear, en resumen, resguarda su vida y la de su especie.
Y para ello ejercita sus facultades: ve, huele, oye, palpa, gusta, percibe cosas de fuera, reacciona, se desplaza, etc.
A la vida vegetativa de las plantas vemos sumado, en el animal, algo nuevo en sumo grado: estados y procesos psíquicos. De esta manera la secuencia acumulativa ya expuesta continúa:
Materia + Vida Vegetativa + Psique = Vida Animada
El fenómeno anímico que en la bestia es elemental, en el hombre animal racional- se eleva a la aprehensión inmediata de sí come individuo -único, peculiar e intransferible-, y culmina en el prodigioso refinamiento de conocerse así mismo en un proceso reflejo, tomándose como objeto intencional de su propia actividad cognitiva.
No podemos dudar de la realidad de las pasiones, esperanzas, odios, amores, zozobras, ansiedades, inquietudes, alegrías, bonanzas y sufrimientos en que discurre, momento a momento, nuestro interior torrente anímico.
Estos avatares, abstraídos de los hombres que los sobrellevan y concebidos por separado, carecen de magnitud espacial, volumen y peso; su existencia simplemente fluye en el tiempo.
Lo psíquico concierne exclusivamente al sujeto que lo experimenta. Pertenece inalienablemente a quien lo vive. Se origina, transforma, dura y extingue en uno: no se puede querer, gozar o sufrir en lugar de otro. Es estrictamente subjetivo y, en cuanto tal, dependiente de la capacidad de percepción y de la sensibilidad de cada individuo. Por eso la perspectiva del mundo de uno es diferente a la de los demás; cada cual ve y siente a su manera.
4) Lo espiritual o cultural.El espíritu o cultura es el último estrato. Comprende una suerte de objetos que gravitan tanto en el cotidiano hacer del hombre que sólo a porfía logra sortear parcialmente su casi irresistible presión. Consideremos “el lenguaje, la ciencia, la filosofía, la religión, las bellas artes (pintura, escultura, arquitectura, música, literatura y drama); las normas jurídicas y éticas; las costumbres y usos; las invenciones y procesos tecnológicos, desde la más simple herramienta hasta el mecanismo más intrincado; la construcción de caminos; la construcción de edificios; el cultivo de campos y jardines; el adiestramiento y domesticación de animales; las organizaciones e instituciones sociales.”
Con lo espiritual o cultura culmina la serie de estratos del ser real en su totalidad:
Materia + Vida Vegetativa + Psique + Espíritu = Ser Real