La precariedad del régimen militar se agudizó con las manifestaciones callejeras. Las ambiciones de sus ministros habían ya condenado al gobierno. A principios de abril el titular de Gobierno, Antonio Seleme, el más audaz de los ministros conspiradores, tomó contacto con la oposición, particularmente con el MNR (Siles Zuazo, Lechín), partido al que Seleme incluso juró, y con FSB (Únzaga). El ocho, una reunión del ministro con un joven dirigente falangista terminó con la salida de Falange del golpe, por discrepancias de programa y eventual distribución de cargos.
El gobierno había declarado zona tajo control militar a todas las minas, arguyendo que la necesidad de abastecimiento a los aliados requería de orden social y seguridad en ese sector productivo. Los reclamos salariales en Uncía, Catavi y Siglo XX databan de 1941. Un pedido de aumento en el complejo Catavi - Siglo XX, tras largos tira y afloja con la empresa y el ministerio de trabajo, derivó en una huelga general iniciada el 14 de diciembre de 1942. El gobierno envió al regimiento Ingavi al mando del Cnl. Luis Cuenca. Después de varios días de tensión, conversaciones, amagos de violencia e intransigencia de gobierno y empresa, el 21 de diciembre en dos ocasiones las tropas dispararon primero contra un grupo de mujeres que pretendía entrar a Catavi para aprovisionarse de víveres y luego contra una masiva manifestación de protesta por las primeras muertes. 200 efectivos militares y tres oficiales dispararon contra una manifestación de más de 7.000 trabajadores, hombres, mujeres y niños. El saldo de la masacre fue de más de una veintena de muertos y medio centenar de heridos.
La masacre de Catavi marcó un punto) de inflexión en la vida política y social del país. La interpelación de los diputados movimientistas (particularmente Paz Estenssoro) fue un verdadero trampolín para colocar al MNR en una posición de gran convocatoria popular, en tanto Catavi impulsó definitivamente al movimiento de trabajadores mineros ya organizado, pero que llegó a su madurez tras este trágico suceso que deterioró irreversiblemente la imagen de los grandes empresarios mineros.
