Conquistas y colonias

Conquistas y colonias

La idea de la existencia de tierras al otro lado del océano Atlántico se remonta a la antigua época de Platón, en Grecia, habla de la Atlántida situada más allá de las columnas de Hércules (Gibraltar).  Estas ideas fructificaron a través de la Edad Media en varios países, dando lugar a extrañas teorías formuladas por los estudiosos y científicos de los siglos medios.  Los comentadores árabes pusieron de moda en Europa la Geografía de Ptolomeo, el célebre geógrafo de Alejandría, el mismo que enseñaba la existencia de territorios poblados y ricos en el África legendaria, así podemos citar la Guinea y el Río de Oro (Costa de Oro).

Otra corriente, ya europea, puso de manifiesto la existencia y la cultura de vastos imperios en Catay (China) y Cipango (Japón).  Los viajes del veneciano Marco Polo a estas regiones (fines del siglo XIII) descubrieron, a los ojos europeos, las riquezas que esos lugares encerraban.  Se hizo firme el concepto de las islas de la Especería (Java, Borneo, Sumatra, etc.) y se establecieron contactos con estas partes del mundo mediante el paso por tierra a través del Asia Menor, Persia, India, etc.

También desde la antiguedad se sustentaba la idea de la redondez de la tierra.  En el renacimiento, el cosmógrafo Florentino Toscanelli hizo varios cálculos basados en la redondez de la tierra, que influyeron de gran manera en Colón. Según este estudioso el radio de la tierra era inferior al verdadero y la distancia a las islas de Occidente relativamente corta, hecho que animó a Colón en su empresa.

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La apertura democrática de principios de los ochenta tuvo dos características, la recuperación total de libertades ciudadanas y la imposición de un modelo de economía abierta. El primero en el gobierno de Siles y el segundo en el de Paz Estenssoro. El desarrollo de ambos conceptos se apoyó en una democracia de pactos surgida tras la crisis de gobernabilidad de la UDP. Ante la imposibilidad de ningún candidato de lograr el 50 % más uno de los votos por más de veinte años, se impuso la lógica de lograr acuerdos entre los partidos mayoritarios para tener mayoría congresal y cogobernar.

La experiencia democrática, inaugurada el 10 de octubre de 1982, marcó algunos rasgos de gran trascendencia. En primer lugar se puede decir que, tanto por la composición parlamentaria de real pluripartidismo como por el respeto total a las libertades ciudadanas, incluida la libertad plena de expresión y por tanto de discrepancia pública con el poder constituido, se vivió en Bolivia una democracia genuina como no se había experimentado antes (entendiendo por tal la vigencia de la Constitución política del estado y el marco del sistema político democrático que ésta representa).

Bolivia, igual que el resto de los países latinoamericanos (unos antes que otros) se vio ante la disyuntiva del cambio. La dictadura militar había agotado sus postulados, la sociedad estaba cansada de tres lustros de gobiernos militares de diferente cuño y esperaba ansiosa la apertura total de las compuertas de la democracia. Pero ocurría que el modelo del estado del 52 parecía mantener todavía su vigor.

El Golpe de Estado de 1964 forzó una modificación en la política global en relación a los sectores populares y el cambio esencial de un gobierno civil a otro detentado casi exclusivamente por militares, pero la orientación estatista y de capitalismo de estado no varió sustancialmente, por el contrario, en la década de los años setenta se incrementó significativamente.

Bolivia había llegado en 1952 a un punto de no retorno, las ideas liberales acuñadas a fines del siglo pasado habían dado de si todo lo que podían dar. El país había experimentado un modelo con sus virtudes y defectos. La receta estaba agotada.

El final frustrante y amargo de la guerra hirió al país entero, pero sobre todo hirió de muerte al viejo sistema político. Al terminar el conflicto bélico se abrió un momento de transición histórica lleno de tensiones y de fuerzas contrapuestas que lucharon durante tres lustros por imponer sus diferentes visiones del país. El parto largo, lleno de meandros y de violencia, culminó finalmente en el movimiento revolucionario mayor que haya vivido Bolivia en su historia republicana, la revolución de 1952.

Bolivia llegó a la guerra del Chaco después de cincuenta años de aplicación del modelo liberal que logró una esta utilidad admirable para un país que había vivido la inestabilidad política crónica desde 1839 hasta 1880, en una alternancia entre gobiernos precarios y breves y largas dictaduras.