Julio Lema
Por los años de 1860, el Convento de los franciscanos de esta ciudad, llegó al apogeo de la virtud, del prestigio y de la autoridad social, al extremo de que su intervención era decisiva en toda clase de asuntos.
La elevada moralidad de los santos padres, el celo en el cumplimiento de su sagrado ministerio y la austeridad de sus costumbres, hizo que los habitantes tanto de la ciudad, como de la campiña mirasen con veneración a todo el que vestía de jerga de franciscano.