M. Rigoberto Paredes
Entre las leyendas místicas de los kollas existe la de un misterioso personaje, a quién no le consideran un dios, pero le conceden la facultad de hacer milagros. Le llaman Thunnupa, y dicen que vino del norte acompañado de cinco discípulos, trayendo sobre sus hombros una cruz grande de madera y que se presentó en el pueblo de Carabuco, entonces residencia del célebre Makuri, el más famoso de sus conquistadores y héroes legendarios, que ha sobrevivido en la memoria colectiva de los pueblos, junto con otro igualmente notable, aunque de tiempos relativamente posteriores, llamado Tacuilla. Esto dos nombres son los únicos recitados en sus cantares y aún mencionados confusamente por los indios viejos. La memoria de estos caudillos y de sus hechos tienen de a desaparecer y pronto no quedará huella de ellos.
Thunnupa, a quien se le da también los nombres de Tanapa, Tunapa, Taapac, según los padres agustinos que escribieron sobre él, era un hombre venerable en su presencia, zarco barbado, destocado y vestido de cuxma, sobrio, enemigo de la chicha y de la poligamia. Reconvino a Makuri por las devastaciones que hacía en los pueblos enemigos, por su sed de conquistas y su crueldad con los vencidos, pero éste no hizo aprecio de sus palabras, y lo más que pudo fue permitirle residir en sus vastos dominios sin molestarlo. Makuri era demasiado poderoso y soberbio para darle importancia. La presencia de Thunnupa parece que a los únicos que tenía preocupados era a los sacerdotes y brujos de su imperio, quienes le hicieron guerra encarnizada sin perder ocasión para denigrarle.
Thunnupa se dirigió al pueblo de los sucasucas, hoy Sicasica, donde les predicó sus doctrinas. Los indios alarmados de sus enseñanzas, comenzaron a hostilizarle y, por último, prendieron fuego a la paja en la que dormía; logrando salvar del incendio regresó a Carabuco. Aquí las circunstancias habían vanado durante su ausencia, debido a uno de sus discípulos, llamado Kolke Huaynakha, que enamora¬do de Khanahuara, hija de Makuri, logró persuadirla para que se convirtiese a las doctrinas de su maestro y cuando éste regresó hizo que la bautizara. Sabedor el padre de lo que había ocurrido con su hija, ordenó que Thunnupa y sus discípulos fuesen apresados. A los discípulos los hizo martirizar y como Thunnupa, le reprochase de esa crueldad, lo atormentaron hasta dejarlo examine, "hecharon el cuerpo bendita en una balsa de junco o totora, dice el P. Calancha, y lo arrojaron en la gran laguna dicha (el Titicaca) y sirviéndole las aguas mansas de remeros y los blandos vientos de piloto, navegó con tan gran velocidad que dejó con admiración espantada a los mismos que lo mataron sin piedad; y crecióles el espanto porque no tiene casi corriente la laguna y entonces ninguno... Llegó la balsa con el rico tesoro a la playa de Cochamarca, donde ahora es el Desaguadero. Y es muy acentuada en la tradición de los indios, que la misma balsa rompiendo la tierra, abrió el desaguadero porque antes nunca le tuvo y desde entonces corre y sobre las aguas que por allí encaminó se fue el santo cuerpo hasta el pueblo de Aullagas muchas leguas distante de Chucuito y Titicaca hacia a la costa de Arica". A este mismo personaje, vuelto en sí se le hace peregrinar en las tradiciones indígenas por Carangas donde vivió junto a un cerro que lleva su nombre, entre los Calchaquíes, Chuquisaca y Paraguay.
La cruz que había traído dicen que trataron de destruirla, sin poder lograr su objetivo, ni con la acción de los golpes que entonces la quisieron echar al agua y como no se sumergiese al fondo, la enterraron en un pozo de donde la extrajeron en 1569.
A Thunnupa se le ha confundido con Huirakhocha, y aún con Pacha Achachi, sin embargo de ser distintas las leyendas que rodean a cada uno de estos personajes, y de ser completamente diferentes los mitos que representan y la esfera de acción en que se desenvuelven. Uniforme, con ligeras variantes en los detalles: es la tradición que hace surgir a Huirakhocha del lago Titicaca, y marchar hacia el norte, hasta desaparecer en Puerto Viejo; en cambio, a Thunnupa se le hace descender del norte hacia el pueblo de Carabuco, que está en la ribera oriental del Titicaca, y después, caminar hacia el sud y el oeste.
Es un afán manifiesto en varios cronistas, el acumular en una sola creación mítica, todos los nombres de la variada teogonía indígena; particularmente con Huirakhocha se ha hecho esa aglomeración, en una forma en que, si a ello se diera entero asentimiento, resultaría que los primitivos pueblos de esta parte del continente americano, no tuvieron sino una divinidad, que fue Huirakhocha¡ puesto que a él también se le llama Kon, Ekhakho, Thunnupa, Pachacamak, Pachayachachis, etc., etc.
Rastreando con algún cuidado los restos de tradiciones que aún quedan comparándolos con los relatos de los cronistas, se comprende que la conquista española sobrevino cuando los incas hacían un esfuerzo de identificación y fusión de los dioses de los pueblos conquistados con los suyos propios y que los españoles, lejos de separar-los, los confundieron más, guiados por los prejuicios religiosos de encontrar la concepción del misterio de la Trinidad en los nombres de Con, Tisi, Huirakhocha, y la obra del diablo en otros llegando así a convertir el politeísmo indígena, en imitación borrosa de la religión católica y a embarullar y confundir en la mente de los indios sus divinidades con las cristianas, Huirakhocha, Ekhakho y Thunnupa son los que más han sufrido las consecuencias de este sistema, el cual se ha tratado de evitar en lo posible en los presentes estudios.
Algunos creen que Thunnupa fue el apóstol San Bartolomé, otros, Santo Tomás. Felipe Guarnan Poma de Ayala manifiesta en su interesante obra: "El Primer Nueva Corónica y Buen Gobierno" que ha sido San Bartolomé, que primero llegó al pueblo de Cacha donde los indios lo recibieron mal, quisieron matarlo y echarlo y habiendo descendido fuego del cielo, los convirtió. Que de aquí se vino con un indio natural de Carabuco llamado Anti, que después de bautizado se llamó Antihuirakhocha, a este pueblo, en el que habitó en una cueva; que el Indio hechicero que vivía en la misma cueva, notó que el diablo que le inspiraba había enmudecido, siendo inútiles los sacrificios que le ofrecían, hasta que en sueños le reveló que por ninguna vía ni manera podía entrar en este sitio. Entonces fue en busca del Santo, quien le dijo que tornárase a su cueva a hablar con su ídolo. Una vez allí le dijo el demonio que el hombre que había llegado podía más que él. Arrepentido el hechicero se rindió al Apóstol, le besó las manos y los pies, le pidió misericordia y le bautizó. El Santo le dejó la cruz, que más tarde fue hallada.
Esta relación se halla corroborada respecto a que San Bartolomé fue el que aportó a Carabuco, por la tradición conservada en el pueblo, que señala el cerro en que vivió el Santo, o, que hoy mismo se llama de "San Bartolomé" y de ser este después de la cruz el patrono del pueblo, siendo el 24 de agosto día dedicado al Santo celebrado con mucha solemnidad. Más antes existía en el cerro una capilla que se ha destruido por la acción del tiempo y una vertiente que se ha secado.
El texto contiene una ilustración, en la que se halla representado el Santo en actitud de bendecir al indio que está arrodillado a sus pies implorándole ansioso y contento. En el centro ostenta una cruz, con la inspiración de inri en la parte superior.