En los últimos años, el carnaval de Oruro ha sido enriquecido con la presencia de la danza del "tinku", que llama la atención por su expresión singular y sus características de beligerancia y belicosidad que se manifiestan en los enfrentamientos personales o "thinkunacuy" del norte de Potosí.
Existen criterios dispares que tratan de explicar la causa generadora de está práctica ancestral entre los habitantes del mundo andino, particularmente representada por "laimes", "jucumanis", "cacachacas", etc.; ayllus pertenecientes al norte de Potosí y sur de Oruro.
Simbología del machismo
Prevalece en dichos criterios, principios dispares que tratan de explicar este hecho mediante la simbología del "machismo", así como en la práctica civil normativa, en la adquisición de la mayoridad por los adolescentes y, finalmente, el hecho resultante de la defensa del patrimonio territorial.
Pero es necesario es diferenciar la práctica del "tinku" y el "tinkunacuy"; si ambas persiguen como objetivo el encuentro traducido en pelea corporal, difieren, sin embargo, en su contenido cuantitativo. Así el "tinku" significa, pelea en conjunto, entre las comunidades o ayllus coyunturalmente antagónicos, protagonistas de este ritual de práctica milenaria. En cambio, "tinkunacuy", es una pelea entre pares, de dos a dos. La contienda empieza con el desafío de las parejas y termina generalizándose.
Rol de pelear
La pelea se realiza en la plaza principal de la población o comunidad, bajo un rol previamente confeccionado. Cada pelea dura, aproximadamente, entre veinte a treinta minutos, de acuerdo a la resistencia de cada contendor.
Es vigilada, a manera de árbitro, por las autoridades máximas de estas comunidades: el Cacique y el Alcalde Mayor, quienes, en demostración de su don de autoridad, como medio de coerción y obediencia, blanden un látigo contra quienes no observan las reglas previamente acordadas.
Devoción a la pachamama
Para algunos, esta práctica nace como consecuencia de la defensa del alinderamiento de sus terrenos; para otros como una devoción mística a la "Pachamama" que, para recibir sus dones de prodigalidad y abundancia del cultivo, es necesaria la abundancia de sangre.