Dentro lo pagano existen otros mitos: La Víbora y el Cóndor, conformaciones pétreas que se encuentran al Sur de la ciudad y el Sapo en la zona Norte, son sitios de idolatría ancestral, donde generalmente se realiza la "challa" de carnaval.
Esto es resultado del dualismo religioso que data de 1789 a 1900, y que según estudios "permite reemplazar el culto del diablo por el de la Virgen", sustituyéndose simultáneamente el sacrificio de las llamas por la asistencia a la misa.
La fiesta da lugar también a la transfiguración de la "Pachamama" o madre tierra, en la Virgen del Socavón, un sincretismo religioso que evidencia una fuerte transculturación.
Promesa a la virgen
El Sábado de Entrada, desde el lejano 1789 —hace dos siglos— en que los mineros prometieron danzar en honor de la Virgen Candelaria, está preñado de significación religiosa.
Por lo tanto no hay que olvidar que peregrinar es una invitación a despojarse de todo lo que estorba, a vivir la fe, para ir en búsqueda del "ser".
Desde Abraham, el Arameo errante, la existencia es un caminar en el que Dios viene a acompañar al hombre. En Cristo, Dios mismo se hace peregrino.
Camino de la belleza
Peregrinar (danzando) en Oruro es recorrer el camino de la belleza, no sólo por la armonía de la música, el lujo de los trajes, la alegría que reina en el ambiente, sino porque vamos a entrar a la Casa de María, la Madre del Amor Hermoso, para aprender de ella a caminar mejor hacia Dios.
La gran responsabilidad de los danzarines es, entonces, convertirse para vivir mejor, más cristianamente. Y no sólo emotividad y sentimentalismo, sino celebración en los sacramentos de la confesión y de la eucaristía, que nos liberan de lo fatuo.