En el tercer periodo (1900-1940) irrumpen las primeras comparsas devotas, como "tropas" de diablos, morenos y tobas que se concentraban en la plazuela de "La Ranchería" escanciando chicha y alcohol, para después enfilar por las calles La Paz y Cochabamba hasta la antigua capilla del Socavón.
Los diablos pertenecían al gremio de matarifes. Los morenos eran vendedores de coca. Los veleros conformaban el grupo de los incas. Los llamados "carreritos" se agrupaban en la comparsa de los tobas.
Se acompañaban con quenas, pinkillos, tambores, bombos. Hábiles santeros y mascareros dieron inicio a la estirpe de los artesanos. En ese tiempo, no participaban niños ni mujeres.
Clase media y masificación
De 1940 a 1980, derribando perjuicios, empleados del comercio, la banca, maestros y hasta un militar, se unieron al Carnaval. Los llamados pijes o ck’arcas, marcaron con sus innovaciones los futuros rumbos de la original Entrada.
En 1963 se funda el Comité de Defensa de los Conjuntos Folklóricos, mientras que en los teatros se escenifica el original "relato" de La Diablada, con base en una versión —La lucha entre el Bien y el Mal—del escritor Rafael Ulises Peláez.
En 1965 la orureñidad se declara de hecho "Capital Folklórica de Bolivia", las bandas de música aumentan su creatividad, y se impulsa el viaje de grupos de diablos al interior y al exterior.
En 1970, el gobierno declaró a Oruro Capital del Folklore boliviano, mientras se acrecienta la corriente turística. Surgen otros conjuntos, como los Caporales, con la incursión resuelta de la juventud y la mujer en un Carnaval que se masifica.