De la década de los 80 hasta nuestros días se vive un quinto periodo, de esplendor, con la espectacular presentación de la mujer y el despliegue de trajes y derroche de belleza juvenil.
Por primera vez se registra la Música y Danza de La Diablada y se elaboró el estudio técnico para gestionar ante la UNESCO la declaratoria del carnaval orureño como Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad..
En 1995 el Estado reconoce a la Entrada como Patrimonio Cultural, Tradicional, Artístico y Folclórico, contrarrestando su "transplante" a otras regiones. (*Condensado de un artículo del autor).
La peregrinación hecha danza
La figura de María está siempre unida a Cristo en la obra de salvación. De ahí que el Padre le concedió varios privilegios a fin de que pudiera realizar su vocación única en la historia: ser la Madre del Mesías Redentor.
María Virgen se convirtió así en la Madre de quien vino a darnos vida en plenitud. Por eso es la abogada de Eva —virgen desobediente— y su seno viene a ser la fuente permanente de regeneración.
María fue cambiada de nombre por el mismo Dios, quien la llama "la llena de gracia", "la bendita entre todas las mujeres de la tierra".
Y Ella, responde llena de fe al plan divino: hágase en mí, según tu Palabra.
Desde entonces queda indisolublemente unida a su hijo, por eso es Socia del Redentor, Sierva del Señor.
Desde el punto de vista humano María tiene que creer en lo imposible, porque una Virgen está imposibilitada para dar a luz. De ahí que su fe es más grande que la de Abraham.
Aún en los momentos más difíciles María siempre responde a la gracia. Va descubriendo al Dios del Nuevo Testamento y por eso es peregrina en la fe. Y como hermana y madre, discípula y maestra, no ha terminado aún su misión, pues sigue intercediendo en favor nuestro.