Caporales

Estamos en el tiempo nuevo del Pachakuti: del eterno retorno. De la vuelta a los orígenes del mundo mítico, que se lo conjura cada vez que se realiza la fiesta. Es un retorno a los orígenes de la humanidad, donde cohabitan la naturaleza, el cielo y la tierra; el alaxpaccha, y Manqhapacha (arriba y abajo).

Parte de este tiempo nuevo es el caos, la falta de reconocimiento de las cosas y su entorno. Esto es lo que pasa con una cultura trasladada a Los Andes como es la cultura negra o afroyungueña.

Ella es fuente de las danzas del Tundiqui o Negritos, de las cuales nació la danza de los Caporales. Sin embargo, no se debe confundir lo que es la Saya de los negros, con los Tundiquis o Negritos de aymaras y mestizos, con los Caporales de los sectores urbanos y clase media.

Los afroyungueños

Eran extranjeros y deshabitados, pero el Divino Infinito, padre de los desposeídos y humildes les ofreció en herencia el territorio de los Yungas, para compartirlo con aymaras y mestizos. Las poblaciones de Coroico, Mururata, Chicaloma, Calacala - Coscoma, Irupana son ahora enclaves de producción cultural afroyungueña. Su vestimenta original fue cubriéndose de ropajes aymaras.

Desde su desgarramiento social tuvieron que luchar fuertemente contra la agresión colonial y el marginamiento. Por esta razón sus prácticas culturales fueron perdiéndose, incluidas sus fiestas, idioma, sentido espiritual, formas de matrimonio, etc.

Pero la resistencia se dio en el reducto de la danza y la música. Y una de estas danzas es la saya, junto al Candombé.

El disfraz del caporal consistía, en su primer diseño, en un pantalón estilo militar alemán, luego se usó un modelo abombachado tipo argentino, una camisa como las guaracheras cubanas, cruzándole una manta del hombro a la cintura, botas con cascabeles, el sombrero de paja, en la mano un chicote y, lo fundamental, la máscara de negro. Los caporales prescindieron de la máscara para descubrir el rostro jubiloso de la vanidad.

La Saya

La danza y música de la saya son la expresión más original que ellos mantienen de sus orígenes culturales: es su síntesis cultural. Tal vez por eso nadie puede interpretarla, si no son los propios afroyungueños.

Los instrumentos musicales que acompañan a la saya han sido reconstruidos o reinterpretados: Bombo mayor, sobre bombo; requinto, sobre requinto, y gangingo, como acompañamiento está la Coancha.

El ritmo y la forma de interpretar es muy particular, el comienzo de cada ritmo de saya es marcado por el cascabel del capataz o caporal que guía a la danza de la saya.

El atuendo es sencillo. Las mujeres visten como las "warmis" aymaras: una blusa de colores vivos adornada con cintas. La pollera vistosa, la manta en la mano y un sombrero Borsalino. Los hombres llevan un sombrero, camisa de fiesta, una faja aymara en la cintura, pantalón de bayeta y sandalias.

La tropa tiene como guía al caporal o capataz con un chicote o fuete en la mano, un pantalón decorado y cascabeles en los pies: representa la jerarquía y el orden, no es el perverso y mandamás como entre los negros.

El papel de la mujer en la danza es tan importante como en la comunidad. Entre ellas hay la mujer guía que ordena los cantos en la saya y dirige al grupo de mujeres.

Los hombres tocan simultáneamente el bombo y uno de ellos rasga la coancha (req'e). Las mujeres cantan y danzan, moviendo las caderas, los hombros y agitando las manos, en contrapunteo o un diálogo con los hombres.

La coreografía no se parece en nada al ritmo de los caporales. Los que confunden estos ritmos lamentablemente nunca han visto ni oído la danza y música de la saya. No hay matices ni semejanzas, la saya es la saya, el caporal es el caporal.

El Tundiqui o Negritos

Cuando en principio los negros compartieron el territorio, la cultura y el tiempo histórico con los aymaras, ambos desconocidos se reconocieron como parte de trabajo explotado.

Pero fue la lucha por la libertad la que unió a los desposeídos. Al mismo tiempo, la historia y la geografía se encargaron de posibilitar un diálogo entre culturas.

El aymara, hombre libre desde sus orígenes, siempre admiró a los negros por su paciencia y rebeldía. Los aymaras, excelentes anfitriones, reconocieron en el negro a un hermano de lucha por la libertad. Como muestra tenemos a la leyenda del Sambo Salvito, quien tenía entre sus amigos a muchos indígenas aymaras de Yungas.

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En el pueblo aymara de Bolivia, la fiesta principal del trabajo concluido y la floración de las cementeras de papa es en la Anata (diversión) o en el carnaval andino y el principal instrumento es la tarqa.

La tarqa está construida por una madera llamada Largo, en tres medidas, el licu o tayca, que es el más largo o grande; la mala o malta es de un tamaño mediano; el ch'ili es el más pequeño; los instrumentos de percusión son: el bombo y las tamboras.

En los últimos años, el carnaval de Oruro ha sido enriquecido con la presencia de la danza del "tinku", que llama la atención por su expresión singular y sus características de beligerancia y belicosidad que se manifiestan en los enfrentamientos personales o "thinkunacuy" del norte de Potosí.

Existen criterios dispares que tratan de explicar la causa generadora de está práctica ancestral entre los habitantes del mundo andino, particularmente representada por "laimes", "jucumanis", "cacachacas", etc.; ayllus pertenecientes al norte de Potosí y sur de Oruro.

Negritos

Es danza es originaria de los valles altos subtropicales de nuestro país y principalmente de la región de los Yungas, con una fuerte influencia de elementos nativos populares.

Los Negritos, que es una derivación de la danza del "tundiqui" ancestral, constituyen otro de los atractivos de la Entrada, porque con sus contorsiones, gigantes sombreros y cachimbas descomunales, arrancan aplausos del público, cautivado por el ruido de sus guanchas, cajas circulares y picarescos cantares populares.

Suri Sicuris

La danza de los incas ha logrado imponerse con originalidad, a pesar de las incongruencias aplicada a los trajes, como la de mezclar iconos de la cultura Tiahuanaku con el clásico signo escalonado de la nobleza inca. Sin embargo es interesante observar de cerca el viejo "wanka" (relato-tragedia) de esta danza, hecho en quechua y español y presentado posiblemente desde 1871.

El domingo de carnaval, ante un Inti esplendoroso, los Hijos del Sol, hacían la rememoración de la "Tragedia del fin de Atahuallpa".

Agrupaciones gremiales de llameros o callahuayas son fuente importante de la gran variedad cultura andina. Una de las danzas que expresa la vinculación a una actividad económica y social es la kullawa, que representa a los antiguos hilanderos y tejedores aymaras.

En general, los textiles tenían gran importancia en las relaciones sociales y de reciprocidad de los pueblos prehispánicos, especialmente de los kollas. El origen de esta danza se vincula, por ejemplo al relato mítico del "ayllu kyllawa, desterrado por el mallku Inti Willka".

Personajes

Pese a su condición de extranjeros entre los incas, su fama como depositarios de la ciencia permitió a los kallawayas gozar de un rango superior debido a su dominio de la farmacopea vegetal, animal y mineral, así como del diagnóstico y tratamiento de múltiples enfermedades.

Sus largas caminatas por el mundo andino y sus alrededores llevando salud a los ayllus, son recordadas en las danzas kallawaya que se presentan en el Carnaval de Oruro y que destacan por la agilidad para atravesar montañas.

El Kantus es una de las danzas más importantes de los Kantus Sartañanis, siendo interpretada en la mayor parte de los cantones, como Niño Corin, Curva, Charazañi, Chajaya, Amarete, Mataru, Iscanwaya, Kata y otros.

Música y danza