El gobierno de Gutiérrez Guerra vivió en la zozobra permanente.
El ejército constitucional mejor equipado que el federal, desaprovechó a principios de enero de 1899 la oportunidad de atacar La Paz antes de la llegada de un contingente de armas y pertrechos negociados en Lima por Claudio Pinilla, quien tras renunciar a su cargo de embajador se transformó en gestor de los federales y adquirió 1.500 rifles Mannlincher, 500 carabinas Winchester, medio millón de proyectiles y 1.200 uniformes.
Instalado el cuartel general de los constitucionales en Viacha, los batallones Húsares y Monteagudo en busca de alimentos y vituallas para las tropas alonsistas, cometieron grandes abusos contra poblaciones aledañas como Corocoro (13 de enero) y Santa Rosa donde se produjo una masacre que cobró la vida de casi 90 indígenas, lamentablemente se carece de documentación exhaustiva que ratifique las circunstancias y el número exacto de indígenas asesinados. La llegada del batallón Sucre a Corocoro el 21 de enero, generó por todo ello una reacción adversa de la población. Con tiros “racionados” (diez cartuchos por soldado), permanentemente hostigados por los indígenas que rodearon el pueblo y atacaron desde una colina y los flancos, los del Sucre tuvieron que emprender desordenada retirada sin lograr su objetivo, dejando muertos a 27 indígenas.