Es sabido que la tradición y la historia del folklore, se complementan, formando un todo para reconstruir el pasado. Es así que las danzas en las comunidades primitivas constituyen parte de rito, precisamente por estar ligadas a un determinado culto. De ahí, que los seres individualmente o colectivamente que presten atención a las costumbres del verdadero significado de estas expresiones de la cultura popular, constituye la verdadera tarea de quienes se dedican al folklore, y por lo mismo tomamos una danza poco conocida, actualmente es la del Huaykole, que se practica en las comunidades del departamento de La Paz, Limítrofes con el Departamento de Oruro y también en la parte norte de la Provincia de Cercado, como ser: Tarucamarca, Alcamarca, Huancaroma y otros.
Historia
Es una danza ritual que festeja el renacimiento de la naturaleza, dentro de la concepción primitiva de que todo se renueva periódicamente o quizá una danza iniciática del paso de la adolescencia a la juventud.
Es una danza juvenil; una expresión primaveral y de fuerza pujante, cuyos actores son varones y mozas, generalmente solteras que aún no se han uncido a la coyunda matrimonial.
Se la ejecuta a comienzos de la primavera eligiéndose entre los solteros y las solteras un preste.
Danza
Se caracteriza por su policromía que contrasta por la parda y adusta vastedad del altiplano. Su energía juvenil, música alegre y melodiosa y los regocijados cantares de las mozas, transidos del optimismo. Todo esto se amalgama en un conjunto armonioso que hace de la danza una verdadera expresión de arte nativo.
La danza se hace al son de las quenas, tocadas por los varones y de una caja interpretada generalmente por gente joven, con traje de paisano. Las mujeres entonan rimas dedicadas a la juventud y a la primavera.
Vestimenta
Los trajes son producto de los textiles indígenas, con colores variados y con plumas de colores.
Los varones llevan en la cabeza plumas blancas que forman una especie de penacho de regular tamaño llamado “Chuco”, como copo de nieve. Las plumas están artísticamente colocadas en tallos matizados de diversos colores y sujetos en la copa del sombrero, sobre las alas del sombrero aparecen colocados las plumas de más vistosos colores y que son elegidas entre las diversas aves como flamencos, loros y cacatúas. Sobre la camisa blanca llevan un chaleco negro y en la espalda “kepjaru”, especie de carguilla bordada con hilos de milán y ornada con pedrería falsa multicolor y rutilante. Pantalón negro y sobre éste una falda larga abierta por delante.
Las mozas visten numerosas polleras de diversos colores, un par de rebozos sobre la chaquetilla y un sombrero obscuro.
Asimismo integran el grupo de danzarines uno o más jucumaris (osos), con una máscara de este animal y vestidos con un tejido con flecos de lana negra y blanca y un lazo de cuero.
Coreografía
En este entendido, se aprecia el paso de la danza en una especie de trote algo parecido al paso del huayño. Los danzarines se colocan en dos filas en las que se intercalan un hombre y una mujer. Se interrumpe este paso monótono con estacionamientos que se hace generalmente en las bocacalles o también cada cierto tiempo, tocando entonces con mayor entusiasmo los varones, mientras las mujeres entonan sus coplas. Se hacen también círculos que giran cadenciosamente en los espacios más o menos amplias como el de las plazas, enriqueciendo esta multifacética expresión colectiva que constituye una palanca viviente con todas sus pasiones de nuestra juventud que vendría a ser agente civilizador, con todas sus pasiones y la lógica de sus sentimientos de la juventud.